El cambio climático: calentamiento global y destrucción de la capa de ozono
La noción de cambio climático procede de la constatación de que las actuaciones humanas sobre la atmósfera han llegado a afectar de forma marcada a la composición y características naturales de aquella.
Los cambios introducidos por las actividades humanas en la atmósfera, a través de las emisiones de gases están afectando al clima global o mundial. El mecanismo más importante de alteración es debido al incremento del llamado «efecto invernadero», debido al aumento de la concentración en la atmósfera de determinados gases atmosféricos, denominados genéricamente “Gases de Efecto Invernadero” (GEI), entre los que destaca el anhídrido carbónico o CO2. Por ello, el cambio climático debido al aumento de los gases «invernadero» se manifestará en forma de un RECALENTAMIENTO del clima global o CALENTAMIENTO GLOBAL
En 1992, durante la Cumbre de Rio de Janeiro, se aprobó el CONVENIO MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO, como reconocimiento mundial del problema y a la búsqueda de un solución.
Más tarde, en 1998, se acordo el PROTOCOLO DE KIOTO para tratar de acordar los límites a las emisiones de gases de efecto invernadero por países.
En 2025 se adopta el ACUERDO DE PARÍS, ante los escasos avances efectivos logrados.

Como instrumento científico esencial para el seguimiento y asesoramiento, el Convenio contra el Cambio Climático dispone de los trabajos e informes del
PANEL INTERGUBERNAMENTAL CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO (IPCC)
EL PROBLEMA DE LA DESTRUCCIÓN DE LA CAPA DE OZONO

Junto al calentamiento global, hay que destacar como factor del cambio climático la emisión de gases sintéticos que destruyen al Ozono de la zona atmosférica denominada estratosfera (una capa de la atmósfera que sucede en altura a la troposfera).
A mediados del siglo XX la industria química sintetiza unos compuestos que contienen en su composición elementos halogenados como el Cloro o el Flúor. Son los llamados CFC (clorofluorcarbonados). Se trata de sustancias no tóxicas que tienen una gran estabilidad química y que permiten una gran cantidad de usos que van desde la refrigeración a la formación de espumas, propelentes gaseosos, cosméticos, ignífugos o solventes.
El problema que representan las sustancias con cloro en la estratosfera es advertida por dos científicos en 1974, sin que haya una reacción adecuada por parte de la comunidad internacional.
La emisión de gases “ozonicidas” tiene un efecto particularmente destacado sobre la zona atmósferica ubicada encima de las zonas polares, y particularmente sobre la Antártica, lo que ha dado lugar al conocido efecto denominado “Agujero Antártico” que se reproduce todos los años. Esta destrucción o adelgazamiento de la Capa de Ozono representa la otra faceta fundamental del cambio climático global.
Ya en el mes de octubre de 1984 científicos británicos advirtieron una reducción en el Ozono de la estratosfera sobre la Antártica de un 40%. El agujero de la Capa de Ozono sobre el continente austral se repetiría sistemáticamente todos los años desde entonces creando una gran alarma sobre las consecuencias de la pérdida de Ozono estratosférico en todo el planeta.
Para enfrentar el problema de la destrucción de la capa de ozono, Naciones Unidas impulso el TRATADO DE VIENA complementado con el PROTOCOLO DE MONTREAL
BREVE INFORMACIÓN SOBRE LA CAPA DE OZONO
– En la estratosfera hay una zona en la que la densidad de ozono es muy elevada para lo que este raro gas representa en el conjunto atmosférico. Su presencia es debida al efecto de la radiación ultravioleta procedente del sol sobre las moléculas de oxígeno.
– La capa de ozono representa, pues, un filtro de la radiación solar que hace que la mayor parte de los rayos ultravioleta no alcancen la superficie de nuestro planeta. Los rayos ultravioleta son muy nocivos para la vida por su elevada capacidad mutagénica, es decir, su capacidad de alterar el ADN de los seres vivos, generando tumores cancerosos entre otros efectos.
LOS CFC
– La síntesis artificial de sustancias que llevan en su composición Cloro y Floro y que llevarán de forma genérica el nombre de CFC se inicia en la primera mitad del siglo XX. Pronto, estos gases tendrán un éxito industrial elevado, utilizándose para múltiples fines. Su carácter no tóxico y su gran estabilidad (en la troposfera) serán algunos de los factores a su favor.
– Desde 1950 la producción mundial de CFC crece entre un 7 y un 10% anual. Esa tasa de crecimiento significa que se duplica la producción de estos gases cada diez años, aproximadamente.
– En los años 80 se alcanza y supera la producción anual de un millón de toneladas de CFC.
LA ADVERTENCIA CIENTÍFICA DEL PROBLEMA
– En 1974 dos trabajos científicos advierten del peligro que supone para la Capa de Ozono de la estratosfera la presencia de átomos de Cloro, cuya llegada a partir de los CFC se empezada a advertir. Los trabajos de Sherwood Rowland y de Mario Molina recibirían, muchos años después, el Premio Nobel.
– A pesar de las advertencias de los primeros trabajos, los altos interese económicos de la industria de fabricación de los CFC hace que no se adopten medidas drásticas.
– En 1978 el satélite Nimbus 7 de la NASA inicia la toma de medidas sobre la densidad de ozono estratosférico.
– En 1984 varios científicos británicos que trabajan en el programa antártico advierten de la pérdida de un 40% del Ozono estratosférico sobre este continente en el mes de octubre. La advertencia basada en mediciones sobre la atmósfera del continente austral activa un aletargado proceso de preocupación sobre la Capa de Ozono.
– En 1985, la revisión de los datos procedentes del satélite Nimbus 7, que medía desde 1978 la concentración de ozono, advierte que la programación de sus ordenadores rechaza lecturas de la densidad de ozono muy bajas en posible previsión de errores, por lo que había descartado automáticamente las lecturas más importantes de reducción de ozono de los últimos años. Al recuperar los datos descartados se comprueban las mediciones del equipo británico y muestran que la reducción de la Capa de Ozono sobre la Antártica se venía produciendo desde hacía una década.
– En 1987 se toman medidas directas del Ozono en la estratosfera y de monóxido de Cloro, el compuesto resultante de la destrucción de la molécula por el Cloro, demostrándose de forma clara la relación entre el Cloro de los CFC y la destrucción de Ozono en la estratosfera.
– Algunos años después se encuentra un segundo agujero de la Capa de Ozono (entendiendo por tal la destrucción de una proporción muy alta del Ozono normal de le estratosfera) sobre el Ártico. Reducciones importantes en la estratosfera de regiones templadas. Reducciones importantes en la estratosfera de regiones templadas serán también medidas.
– La constatación de que los CFC tardan décadas en alcanzar la estratosfera en su lento ascenso desde la superficie del planeta hace que los científicos alarguen al menos hasta el año 2050 el efecto ozonicida de los CFC producidos y liberados por la industria humana en el pasado reciente.
LA MOVILIZACIÓN ECOLOGISTA
– Las crecientes advertencias de los peligros de las reacciones en cadena entre el Cloro y el Ozono en la estratosfera tienen importantes efectos sobre la movilización ecologista. Las grandes compañías productoras de CFC se resisten a las advertencias, pero las movilizaciones y advertencias llevan a prohibir la utilización de estos gases como aerosoles en USA ya en 1978.
– Desde la constatación de la reducción de la Capa de Ozono, el tema de la conservación de este filtro atmosférico fundamental para la vida, se convertirá en uno de los aspectos centrales de las campañas de presión sobre los gobiernos e industrias y de sensibilización pública de las principales organizaciones ecologistas.
– En los últimos años, la presión ecologista se ha concentrado en la necesidad de incluir entre las sustancias a eliminar a diversos compuestos ozonicidas no incluidos en el Protocolo de Montreal.
LA RESPUESTA MUNDIAL
– Durante 1985 (marzo), poco antes de la publicación de los datos del agujero antártico, tubo lugar una reunión internacional en Viena, sin acuerdos claros, sobre la protección de la capa de ozono.
– En 1987 (octubre) se celebró una nueva reunión en Montreal que puso en marcha el “Protocolo de Montreal” con un programa de congelación, primero, y reducción, después, de la producción de los principales CFC.
– En 1990, otra reunión celebrada en esta caso en Londres acordó adelantar el calendario de eliminación de los principales CFC al año 2000.
A pesar de los acuerdos y avances logrados, la humanidad y los ecosistemas padeceremos los efectos negativos de la reducción de la capa de ozono (aumento de los cánceres de piel y efectos negativos sobre la vista, alteraciones ecológicas y reducción en la productividad de muchos sistemas agrícolas, etc.) un tiempo total que la mayoría de los científicos estima en un siglo, dado que los CFCs producidos en el pasado siguen ascendiendo hace la capa de ozono y continuaran sus efectos ozonicidas durante, al menos, ese tiempo.