Tierra
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José Antonio Pascual Trillo




 

 

UNA GUÍA PARA NIÑOS

Guía elemental de la

Convención marco de las NU

sobre Cambio Climático

 

  Ocurrió una vez, hace 65 millones de años, que un asteroide gigante que entró en colisión con la Tierra. Se produjo una explosión inmensa; el enorme impacto arrojó a la atmósfera una gigantesca y densa nube de polvo. Al día siguiente el mundo entero se hallaba en tinieblas, ya que la espesa capa de polvo cubría el sol por completo. ¡Y así durante tres años! Al no haber sol iban desapareciendo las plantas, y los animales, por falta de alimento, acababan sucumbiendo también. Fue así como se extinguieron los dinosaurios, la especie animal de mayor tamaño que existiera sobre la faz de la Tierra. ¡Cataplum! ¡Fuera! 

Hace unos 15 mil años la Tierra atravesaba una época sumamente fría, con temperaturas de unos 5oC por debajo de las que reinan en nuestros días. La mayor parte de Europa y América del Norte se hallaba cubierta de hielo: Se trata de una Era Glacial. Las Eras glaciales se deben a lentos bamboleos de la Órbita que describe la Tierra a su paso alrededor del sol. Dicha Era Glacial tuvo su fin hace unos 10 mil años y la Tierra volvió a calentarse. Con todo, alrededor del año 800 de nuestra Era Cristiana, los efectos de una breve Era Glacial se dejaron sentir de nuevo en Europa, causando hambre y sublevaciones, debidas al intenso frío que impedía el normal desarrollo de un sinnúmero de plantas. Y para la gente esta situación era deplorable. Habitantes de Groenlandia e Islandia tuvieron que desplazarse hacia el sur buscando un lugar más calido.  

Lo que acabamos de relatar nos releva la existencia de enormes cambios climáticos. El clima es el conjunto de las manifestaciones atmosféricas: sol, lluvia, temperatura, viento. Aunque una diferencia de temperatura de 5oC no parezca ser de importancia, si te imaginas Europa entera cubierta de hielo, ¡te darás cuenta de lo que era el frío glacial! El clima de la Tierra está sometido a cambios naturales y el ser humano se va adaptando de modo que pueda sobrevivir. Por ejemplo, los habitantes del Caribe están acostumbrados a los ardientes rayos solares, a sus hermosos mares claros y azules, pero también a la temporada de huracanes, que año tras año podrían devastar sus hogares. Los Esquimales que viven en Alaska están acostumbrados a pescar a través de hoyos que atraviesan las capas de hielo.  

Todos nos adaptamos a nuestras respectivas circunstancias, que son diferentes unas de otras, para lograr encajar en nuestro propio medio ambiente. 

Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar hace ya unos 200 años. Durante su evolución, el hombre había ido desarrollando continuamente su inteligencia. Habíamos aprendido a criar animales y a cultivar la tierra para asegurarnos el alimento; a escribir libros y poemas; a producir música y a pintar. También habíamos inventado utensilios, como por ejemplo herramientas para construir casas. Y, de pronto, la máquina reemplazó la fuerza muscular y el hombre inventó la industria. Los recién llegados inventaron la máquina de vapor; James Watt la perfeccionó; Eli Whitney inventó la desmotadera de algodón. En fin, el ser humano llegó a realizar cosas que jamás en el pasado había sido capaz de ejecutar. Trabajos simples, como por ejemplo la hilatura del algodón que anteriormente había tenido lugar en los hogares pasaron a ser elaborados por máquinas grandes en fábricas, tales como la que mostramos aquí.  

Estas primeras fábricas funcionaban mediante la combustión del carbón. Este procedimiento sigue aplicándose hoy en día en muchas centrales eléctricas para la generación de electricidad. Con esta energía podemos encender luces y hacer funcionar cocinas, equipos de música y ordenadores. También necesitamos el petróleo para obtener la gasolina que nos hace posible conducir coches y autobuses y pilotear aviones. Actividades humanas requieren energía cuya mayor parte la obtenemos a base de los denominados 'combustibles fósiles' - carbón, petróleo, gas natural...  

Los 'combustibles fósiles' deben su nombre a su procedencia de antiguos bosques y seres vivos del mar. Hace millones de años la Tierra se hallaba cubierta de helechos enormes - árboles primitivos - que medían casi 10 metros de altura. Como la superficie de la Tierra está sometida a cambios y movimientos constantes (aunque sumamente lentos), con el tiempo, los helechos se fueron cubriendo de tierra y rocas, por cuyo enorme peso quedaron aplastados, y tras miles y miles de años de calor y de presión fueron transformándose en carbón. El petróleo y el gas natural eran en su origen pequeños organismos marinos que quedaron aplastados de la misma manera. Estos procesos eran sumamente lentos. La energía que contenían procedía del sol, puesto que las plantas reciben su energía de la luz solar. Al ser ingeridas las plantas por los animales y los animales pequeños por los grandes, la energía se va transmitiendo de unos seres a otros. De hecho, la energía que hay en TODO - incluso en ti y en mi - es en su origen energía solar. ¡Entonces tenemos que agradecer que siga existiendo el sol! 

Bueno, siguiendo nuestro relato: El inconveniente de las fábricas y de la producción a partir de los años 1700 - época llamada 'la Revolución Industrial' - consiste en que, la quema de combustibles fósiles, desprende cantidades enormes de gases invisibles que van a terminar por integrarse a la atmósfera. Asimismo el cultivo del arroz, la cría de ganados, la elaboración del cemento y la tala de los árboles dan lugar también a emisiones de gases. Estos gases se encuentran normalmente en la atmósfera, pero solo en cantidades pequeñísimas. El aire se compone en su mayor parte de nitrógeno y de oxígeno, el cual lo necesitamos para respirar. El resto - menos de una centésima - consta de los llamados ' gases de efecto invernadero'. No los podemos ver ni oler, pero están ahí, y son: dióxido de carbono, metano, y óxido nitroso.  

Los gases de efecto invernadero, en las cantidades normalmente contenidas en la atmósfera, son vitales para nuestra existencia. Imagínate los rayos solares que llegan a la superficie terrestre. Parte de estas radiaciones solares vuelve al espacio al ser reflejadas por las nubes. El resto atraviesa el aire y llega a la tierra. Ahora bien, hay una ley física que dice: la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma en otro tipo de energía. Así que la Tierra ha de emitir la energía solar recibida. Pero la Tierra es mucho más fría que el sol. Si te pudieras sentar sobre el sol, no durarías mucho: morirías achicharrado en una milésima de segundo. Tal es el calor que allí reina. Puesto que la Tierra es más fría, devuelve la energía solar en forma diferente, llamada radiación infrarroja. Esta radiación es la que emite una estufa eléctrica antes de comenzar a ponerse al rojo.  

Los gases de efecto invernadero que se hallan en la atmósfera absorben la energía infrarroja igual que una esponja absorbe el agua. Actúan como una capa que envuelve la Tierra. Esta capa se calienta por la radiación infrarroja emitida por la superficie de la Tierra. Sin estos gases de efecto invernadero nuestro planeta sería de unos 30°C más frío de lo que es ahora, tan frío como el Polo Norte en invierno. ¡Así toda la Tierra! El hombre no tendría posibilidad alguna de existir. Probablemente no existiría vida alguna en la Tierra. Esta es la situación del árido planeta rojo, Marte. Marte es aproximadamente del mismo tamaño que la Tierra, y se halla aproximadamente a la misma distancia del sol, pero es tan terriblemente frío que no hay agua - solo hielo - ni vida alguna. Esto se debe a que su atmósfera es muy sutil con mucho menos gases de efecto invernadero que en la Tierra. Otro planeta, Venus. Su ' aire ' es muy denso, compuesto casi en su totalidad por gases de efecto invernadero, con el resultado de que su temperatura es 500oC más alta de lo que sería sin esos gases. Imagínate un día caluroso de verano en nuestro Planeta; en Venus, ¡ la temperatura es 25 veces más alta que en la Tierra! El planeta Venus es tan caliente que no se puede ni tocar. Así que es una feliz coincidencia que la Tierra tenga justamente las condiciones idóneas - inclusive la cantidad de gases de efecto invernadero - para que podamos vivir aquí.  

Este efecto térmico que producen los gases de efecto invernadero se llama el Efecto Invernadero. Estos invisibles gases calientan a las capas de aire próximas la Tierra de la misma manera que el calor del sol calienta un invernadero, quedando atrapado en el recinto tras haber atravesado los cristales. Si un día de sol te sientas ante una ventana cerrada, sentirás que hace mucho más calor en el interior del recinto que fuera de él. Esto se debe a que la energía de la luz solar queda encerrada tras haber atravesado el cristal, de la misma manera que la energía solar queda detenida en los gases de efecto invernadero. Así, la temperatura del aire aumenta; hace más calor. 

Pero existe un GRAN problema con los gases de efecto invernadero. Desde la Revolución Industrial no cesa de aumentar la demanda de energía, las cantidades de coches más potentes, de casas mejores y de más espacio para edificios y las tareas agrícolas. Debido a esto la emisión de gases de efecto invernadero ha ido aumentando también. Además, como el números mundial de habitantes va en aumento, precisamos más alimentos: más arroz, más ganado. Como consecuencia cantidades mayores de gases de efecto invernadero son lanzados al aire. Y es más, la magnitud de estos desprendimientos crece con tal rapidez que desde la Revolución Industrial la cantidad de tales gases que contiene ahora la atmósfera casi se ha duplicado. ¡El aire de la Tierra tiene concentraciones mayores de gases de efecto invernadero!  

Bueno, esto asusta. ¿Por qué? Porque si aumentamos esta concentración el aire, lo calentamos más. Estamos alterando el clima de la Tierra, unas condiciones que, durante miles de años, han sido idóneas para la existencia humana. Antes de la Revolución Industrial el clima hacía cambiar al hombre. Ahora el hombre está cambiando el clima. Los científicos pronostican que el efecto más inmediato será un 'Calentamiento Global ' del orden de 1 a 3,5oC durante los próximos 100 años. Esto es ¡en el curso de tu vida!  

¿Cuáles son las consecuencias? Es una pregunta difícil de responder, ya que el sistema climático es sumamente complejo, y no es fácil de prever lo que pudiera suceder. Ya el pronóstico del tiempo es bastante dificultoso. Los efectos inciertos se acumulan. Pero es probable que los cambios climáticos sean graves. El efecto más seguro es que aumenten las sequías. Esto significa que en algunos lugares no llueva en absoluto. Sin lluvia, la gente ni tienen agua ni pueden cultivar. Las sequías van incluso a aumentar la pobreza y el hambre de los más pobres del mundo. Por otra parte podría llover más en algunas zonas, causando inundaciones, que arrasan hogares, destrozan cultivos y ahogan a animales.  

¿Qué más podría suceder? Un calentamiento global - un mundo más caliente - podría tener como consecuencia que las capas de hielo cercanas al Polo Norte y al Polo Sur se derritieran. Esto aumentaría enormemente la cantidad de agua que, entrando en el mar elevaría su nivel. Algunas islas y zonas bajas costeras podrían quedar sumergidas. Si el nivel del mar se elevara solo 60 cm - menos que la longitud de un bate de baseball - podría el mar tragarse la tierra fértil de Bangladesh, de la que depende el alimento de un gran número de personas. También podrían ser más frecuentes los temporales tropicales, que dañan edificios, arruinan cosechas y matan a personas. Las consecuencias posibles son interminables y ¡PODRÍAN SUCEDER EN EL CURSO DE NUESTRAS VIDAS! ¡Nosotros - la humanidad - podríamos acabar de la misma manera que los dinosaurios!  

Los eventos regionales y globales de las décadas de los 70 y de los 80, hicieron que el común de la gente comenzara a darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo a nuestro frágil y hermoso Planeta. Entonces la gente fué como despertando a la realidad del medio ambiente, comprendiendo nuestra dependencia de él y la manera de que lo estábamos contaminando. Desde la Revolución Industrial el hombre había venido extrayendo minerales de los sedimentos de la tierra y tirando desechos a mares, ríos, campo y aire, y a un ritmo tan acelerado, que la Tierra corría peligro de convertirse en un repugnante vertedero de desperdicios. Y no solamente eso. La actividad incontrolada del hombre estaba afectando directamente el clima de una manera muy, pero que muy peligrosa. La gente comprendió entonces, que las cosas no podían seguir así. 

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 fue uno de los resultados. Durante la década de los 80 tuvieron lugar reuniones internacionales para tratar del cambio climático originado por las actividades humanas y de la manera de combatirlo. Los científicos reconocían que este cambio era un hecho y era de gran importancia para todos. Entonces un grupo de diplomáticos internacionales se reunió para enfrentarse al desafío. Juntos redactaron un acuerdo para llegar a alguna decisión que hiciera frente al escape de gases de efecto invernadero. Por último y tras meses de duro trabajo, la Convención del Cambio Climático fue firmada en la Cumbre para la Tierra, en Río, en 1992. ¡Fue un triunfo para el planeta Tierra!  

Nada menos que 154 países - de todas partes del globo - firmaron la Convención, para intentar detener el cambio climático originado por las actividades humanas. Pero ¿qué es exactamente lo que dice la Convención?  

El fin del tratado es detener el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero que modifican el contenido de gases de efecto invernadero de la atmósfera terrestre. Esto significa reducir las cantidades de carbón, petróleo y gas natural utilizadas, y proteger los bosques, en los que se almacena el dióxido de carbono, de forma que no ingrese a la atmósfera. También significa reducir nuestras demandas de energías y encontrar otros medios para generar energía que no emitan gases de efecto invernadero. Una forma de producir electricidad, sin quemar combustibles fósiles, es la de aprovechar la energía renovable, que es la que proviene de fuentes que no se agotan. Tales son la energía solar, la eólica (del viento) y la energía de las olas (hidráulica). Los científicos aún tienen mucho que investigar sobre estas tecnologías. En el futuro, toda una porción importante de la energía eléctrica podría proceder de energías renovables.  

La Convención sobre el Cambio Climático reconoce que, en el pasado, fueron los países ricos del mundo los que contaminaron el aire. Sin embargo, todos, y en particular los países más pobres, sufrirán sus efectos, puesto que todos compartimos la atmósfera. Ahora muchos países pobres están desarrollando su propia industria, y tienen derecho a ello, para que sus habitantes tengan alimento, trabajo y escuelas. La Convención es justa al acordar que los países ricos paguen ahora la mayor parte de los gastos que resultan del arreglo del problema. La Convención se encarga además de que en el futuro los países más pobres, una vez que hayan solucionado alguno de sus problemas, colaboren también reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero .  

La Convención acuerda el fomento de la investigación científica. El clima de la Tierra no puede ser protegido si no sabemos cómo funciona. También acuerda la Convención que haya intercambio de tecnologías e ideas entre los países, lo que facilita la tarea de protección al medio ambiente y la de ayudarse unos a otros. La Convención reconoce además que hay zonas en el mundo, que son de singular importancia, ya que constituyen hábitats naturales raros, hermosos o delicados. Estas áreas - tales como playas de islas, montañas o ríos - deben ser especialmente protegidas de los impactos climáticos artificiales.  

Bueno, ya estamos casi al final de nuestro relato. Casi. ¡Porque no es suficiente con que actúen solo los gobiernos! TODOS DEBEMOS PARTICIPAR TAMBIÉN. Cada vez que vamos en autobús o en bicicleta, en vez de ir en coche; cada vez que plantamos un árbol, ayudamos a mejorar el aire. Podemos hacer mucho. Acuérdate de apagar las luces cuando salgas de un cuarto. Así gastas menos energía. No dejes el grifo del agua caliente abierto cuando te laves. Apaga el televisor cuando hayas acabado de ver la tele. Planta árboles en tus jardines y escuelas. Reutiliza las botellas y ve acumulando plásticos, papel y aluminios laminados para su reciclaje. Viaja en el tren o autobús en vez de ir en coche. 48,000 TONELADAS de dióxido de carbono ¡POR MINUTO! son emitidas por el hombre. Todos podemos contribuir a bajar este número. No queremos seguir el mismo camino que los dinosaurios. Tenemos una sola oportunidad, y un solo planeta.  

FIN 

 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

 


 
 
 
 
 
 


 
 

 

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