Ocurrió una vez, hace
65 millones de años, que un asteroide gigante que entró en
colisión con la Tierra. Se produjo una explosión inmensa;
el enorme impacto arrojó a la atmósfera una gigantesca y
densa nube de polvo. Al día siguiente el mundo entero se hallaba
en tinieblas, ya que la espesa capa de polvo cubría el sol por completo.
¡Y así durante tres años! Al no haber sol iban
desapareciendo las plantas, y los animales, por falta de alimento, acababan
sucumbiendo también. Fue así como se extinguieron
los dinosaurios, la especie animal de mayor tamaño que existiera
sobre la faz de la Tierra. ¡Cataplum! ¡Fuera!
Hace unos 15 mil años la Tierra atravesaba
una época sumamente fría, con temperaturas de unos 5oC
por debajo de las que reinan en nuestros días. La mayor parte de
Europa y América del Norte se hallaba cubierta de hielo: Se trata
de una Era Glacial. Las Eras glaciales se deben a lentos bamboleos de la
Órbita que describe la Tierra a su paso alrededor del sol. Dicha
Era Glacial tuvo su fin hace unos 10 mil años y la Tierra volvió
a calentarse. Con todo, alrededor del año 800 de nuestra Era Cristiana,
los efectos de una breve Era Glacial se dejaron sentir de nuevo en Europa,
causando hambre y sublevaciones, debidas al intenso frío que impedía
el normal desarrollo de un sinnúmero de plantas. Y para la gente
esta situación era deplorable. Habitantes de Groenlandia e Islandia
tuvieron que desplazarse hacia el sur buscando un lugar más calido.
Lo que acabamos de relatar nos releva la
existencia de enormes cambios climáticos. El clima es el conjunto
de las manifestaciones atmosféricas: sol, lluvia, temperatura, viento.
Aunque una diferencia de temperatura de 5oC no parezca
ser de importancia, si te imaginas Europa entera cubierta de hielo, ¡te
darás cuenta de lo que era el frío glacial! El clima de la
Tierra está sometido a cambios naturales y el ser humano se va adaptando
de modo que pueda sobrevivir. Por ejemplo, los habitantes del Caribe están
acostumbrados a los ardientes rayos solares, a sus hermosos mares claros
y azules, pero también a la temporada de huracanes, que año
tras año podrían devastar sus hogares. Los Esquimales que
viven en Alaska están acostumbrados a pescar a través de
hoyos que atraviesan las capas de hielo.
Todos nos adaptamos a nuestras respectivas
circunstancias, que son diferentes unas de otras, para lograr encajar en
nuestro propio medio ambiente.
Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar
hace ya unos 200 años. Durante su evolución, el hombre había
ido desarrollando continuamente su inteligencia. Habíamos aprendido
a criar animales y a cultivar la tierra para asegurarnos el alimento; a
escribir libros y poemas; a producir música y a pintar. También
habíamos inventado utensilios, como por ejemplo herramientas para
construir casas. Y, de pronto, la máquina reemplazó la fuerza
muscular y el hombre inventó la industria. Los recién llegados
inventaron la máquina de vapor; James Watt la perfeccionó;
Eli Whitney inventó la desmotadera de algodón. En fin, el
ser humano llegó a realizar cosas que jamás en el pasado
había sido capaz de ejecutar. Trabajos simples, como por ejemplo
la hilatura del algodón que anteriormente había tenido lugar
en los hogares pasaron a ser elaborados por máquinas grandes en
fábricas, tales como la que mostramos aquí.
Estas primeras fábricas funcionaban
mediante la combustión del carbón. Este procedimiento sigue
aplicándose hoy en día en muchas centrales eléctricas
para la generación de electricidad. Con esta energía podemos
encender luces y hacer funcionar cocinas, equipos de música y ordenadores.
También necesitamos el petróleo para obtener la gasolina
que nos hace posible conducir coches y autobuses y pilotear aviones. Actividades
humanas requieren energía cuya mayor parte la obtenemos a base de
los denominados 'combustibles fósiles' - carbón, petróleo,
gas natural...
Los 'combustibles fósiles' deben su
nombre a su procedencia de antiguos bosques y seres vivos del mar. Hace
millones de años la Tierra se hallaba cubierta de helechos enormes
- árboles primitivos - que medían casi 10 metros de altura.
Como la superficie de la Tierra está sometida a cambios y movimientos
constantes (aunque sumamente lentos), con el tiempo, los helechos se fueron
cubriendo de tierra y rocas, por cuyo enorme peso quedaron aplastados,
y tras miles y miles de años de calor y de presión fueron
transformándose en carbón. El petróleo y el gas natural
eran en su origen pequeños organismos marinos que quedaron aplastados
de la misma manera. Estos procesos eran sumamente lentos. La energía
que contenían procedía del sol, puesto que las plantas reciben
su energía de la luz solar. Al ser ingeridas las plantas por los
animales y los animales pequeños por los grandes, la energía
se va transmitiendo de unos seres a otros. De hecho, la energía
que hay en TODO - incluso en ti y en mi - es en su origen energía
solar. ¡Entonces tenemos que agradecer que siga existiendo el sol!
Bueno, siguiendo nuestro relato: El inconveniente
de las fábricas y de la producción a partir de los años
1700 - época llamada 'la Revolución Industrial' - consiste
en que, la quema de combustibles fósiles, desprende cantidades enormes
de gases invisibles que van a terminar por integrarse a la atmósfera.
Asimismo el cultivo del arroz, la cría de ganados, la elaboración
del cemento y la tala de los árboles dan lugar también a
emisiones de gases. Estos gases se encuentran normalmente en la atmósfera,
pero solo en cantidades pequeñísimas. El aire se compone
en su mayor parte de nitrógeno y de oxígeno, el cual lo necesitamos
para respirar. El resto - menos de una centésima - consta de los
llamados ' gases de efecto invernadero'. No los podemos ver ni oler, pero
están ahí, y son: dióxido de carbono, metano, y óxido
nitroso.
Los gases de efecto invernadero, en las cantidades
normalmente contenidas en la atmósfera, son vitales para nuestra
existencia. Imagínate los rayos solares que llegan a la superficie
terrestre. Parte de estas radiaciones solares vuelve al espacio al ser
reflejadas por las nubes. El resto atraviesa el aire y llega a la tierra.
Ahora bien, hay una ley física que dice: la energía ni se
crea ni se destruye, sino que se transforma en otro tipo de energía.
Así que la Tierra ha de emitir la energía solar recibida.
Pero la Tierra es mucho más fría que el sol. Si te pudieras
sentar sobre el sol, no durarías mucho: morirías achicharrado
en una milésima de segundo. Tal es el calor que allí reina.
Puesto que la Tierra es más fría, devuelve la energía
solar en forma diferente, llamada radiación infrarroja. Esta radiación
es la que emite una estufa eléctrica antes de comenzar a ponerse
al rojo.
Los gases de efecto invernadero que se hallan
en la atmósfera absorben la energía infrarroja igual que
una esponja absorbe el agua. Actúan como una capa que envuelve la
Tierra. Esta capa se calienta por la radiación infrarroja emitida
por la superficie de la Tierra. Sin estos gases de efecto invernadero nuestro
planeta sería de unos 30°C más frío de lo que
es ahora, tan frío como el Polo Norte en invierno. ¡Así
toda la Tierra! El hombre no tendría posibilidad alguna de existir.
Probablemente no existiría vida alguna en la Tierra. Esta es la
situación del árido planeta rojo, Marte. Marte es aproximadamente
del mismo tamaño que la Tierra, y se halla aproximadamente a la
misma distancia del sol, pero es tan terriblemente frío que no hay
agua - solo hielo - ni vida alguna. Esto se debe a que su atmósfera
es muy sutil con mucho menos gases de efecto invernadero que en la Tierra.
Otro planeta, Venus. Su ' aire ' es muy denso, compuesto casi en su totalidad
por gases de efecto invernadero, con el resultado de que su temperatura
es 500oC más alta de lo que sería sin
esos gases. Imagínate un día caluroso de verano en nuestro
Planeta; en Venus, ¡ la temperatura es 25 veces más alta que
en la Tierra! El planeta Venus es tan caliente que no se puede ni tocar.
Así que es una feliz coincidencia que la Tierra tenga justamente
las condiciones idóneas - inclusive la cantidad de gases de efecto
invernadero - para que podamos vivir aquí.
Este efecto térmico que producen los
gases de efecto invernadero se llama el Efecto Invernadero. Estos invisibles
gases calientan a las capas de aire próximas la Tierra de la misma
manera que el calor del sol calienta un invernadero, quedando atrapado
en el recinto tras haber atravesado los cristales. Si un día de
sol te sientas ante una ventana cerrada, sentirás que hace mucho
más calor en el interior del recinto que fuera de él. Esto
se debe a que la energía de la luz solar queda encerrada tras haber
atravesado el cristal, de la misma manera que la energía solar queda
detenida en los gases de efecto invernadero. Así, la temperatura
del aire aumenta; hace más calor.
Pero existe un GRAN problema con los gases
de efecto invernadero. Desde la Revolución Industrial no cesa de
aumentar la demanda de energía, las cantidades de coches más
potentes, de casas mejores y de más espacio para edificios y las
tareas agrícolas. Debido a esto la emisión de gases
de efecto invernadero ha ido aumentando también. Además,
como el números mundial de habitantes va en aumento, precisamos
más alimentos: más arroz, más ganado. Como consecuencia
cantidades mayores de gases de efecto invernadero son lanzados al aire.
Y es más, la magnitud de estos desprendimientos crece con tal rapidez
que desde la Revolución Industrial la cantidad de tales gases que
contiene ahora la atmósfera casi se ha duplicado. ¡El aire
de la Tierra tiene concentraciones mayores de gases de efecto invernadero!
Bueno, esto asusta. ¿Por qué?
Porque si aumentamos esta concentración el aire, lo calentamos más.
Estamos alterando el clima de la Tierra, unas condiciones que, durante
miles de años, han sido idóneas para la existencia humana.
Antes de la Revolución Industrial el clima hacía cambiar
al hombre. Ahora el hombre está cambiando el clima. Los científicos
pronostican que el efecto más inmediato será un 'Calentamiento
Global ' del orden de 1 a 3,5oC durante los próximos
100 años. Esto es ¡en el curso de tu vida!
¿Cuáles son las consecuencias?
Es una pregunta difícil de responder, ya que el sistema climático
es sumamente complejo, y no es fácil de prever lo que pudiera suceder.
Ya el pronóstico del tiempo es bastante dificultoso. Los efectos
inciertos se acumulan. Pero es probable que los cambios climáticos
sean graves. El efecto más seguro es que aumenten las sequías. Esto
significa que en algunos lugares no llueva en absoluto. Sin lluvia, la
gente ni tienen agua ni pueden cultivar. Las sequías van incluso
a aumentar la pobreza y el hambre de los más pobres del mundo. Por
otra parte podría llover más en algunas zonas, causando inundaciones,
que arrasan hogares, destrozan cultivos y ahogan a animales.
¿Qué más podría
suceder? Un calentamiento global - un mundo más caliente - podría
tener como consecuencia que las capas de hielo cercanas al Polo Norte y
al Polo Sur se derritieran. Esto aumentaría enormemente la cantidad
de agua que, entrando en el mar elevaría su nivel. Algunas islas
y zonas bajas costeras podrían quedar sumergidas. Si el nivel del
mar se elevara solo 60 cm - menos que la longitud de un bate de baseball
- podría el mar tragarse la tierra fértil de Bangladesh,
de la que depende el alimento de un gran número de personas. También
podrían ser más frecuentes los temporales tropicales, que
dañan edificios, arruinan cosechas y matan a personas. Las consecuencias
posibles son interminables y ¡PODRÍAN SUCEDER EN EL CURSO
DE NUESTRAS VIDAS! ¡Nosotros - la humanidad - podríamos acabar
de la misma manera que los dinosaurios!
Los eventos regionales y globales de las
décadas de los 70 y de los 80, hicieron que el común de la
gente comenzara a darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo a nuestro
frágil y hermoso Planeta. Entonces la gente fué como despertando
a la realidad del medio ambiente, comprendiendo nuestra dependencia de
él y la manera de que lo estábamos contaminando. Desde la
Revolución Industrial el hombre había venido extrayendo minerales
de los sedimentos de la tierra y tirando desechos a mares, ríos,
campo y aire, y a un ritmo tan acelerado, que la Tierra corría peligro
de convertirse en un repugnante vertedero de desperdicios. Y no solamente
eso. La actividad incontrolada del hombre estaba afectando directamente
el clima de una manera muy, pero que muy peligrosa. La gente comprendió
entonces, que las cosas no podían seguir así.
La Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 fue uno
de los resultados. Durante la década de los 80 tuvieron lugar reuniones
internacionales para tratar del cambio climático originado por las
actividades humanas y de la manera de combatirlo. Los científicos
reconocían que este cambio era un hecho y era de gran importancia
para todos. Entonces un grupo de diplomáticos internacionales se
reunió para enfrentarse al desafío. Juntos redactaron un
acuerdo para llegar a alguna decisión que hiciera frente al escape
de gases de efecto invernadero. Por último y tras meses de duro
trabajo, la Convención del Cambio Climático fue firmada
en la Cumbre para la Tierra, en Río, en 1992. ¡Fue
un triunfo para el planeta Tierra!
Nada menos que 154 países - de todas
partes del globo - firmaron la Convención, para intentar detener
el cambio climático originado por las actividades humanas. Pero
¿qué es exactamente lo que dice la Convención?
El fin del tratado es detener el cambio climático
reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero que modifican el
contenido de gases de efecto invernadero de la atmósfera terrestre. Esto
significa reducir las cantidades de carbón, petróleo y gas
natural utilizadas, y proteger los bosques, en los que se almacena el dióxido
de carbono, de forma que no ingrese a la atmósfera. También significa
reducir nuestras demandas de energías y encontrar otros medios para
generar energía que no emitan gases de efecto invernadero. Una forma
de producir electricidad, sin quemar combustibles fósiles, es la
de aprovechar la energía renovable, que es la que proviene de fuentes
que no se agotan. Tales son la energía solar, la eólica (del
viento) y la energía de las olas (hidráulica). Los científicos
aún tienen mucho que investigar sobre estas tecnologías.
En el futuro, toda una porción importante de la energía eléctrica
podría proceder de energías renovables.
La Convención sobre el Cambio Climático
reconoce que, en el pasado, fueron los países ricos del mundo los
que contaminaron el aire. Sin embargo, todos, y en particular los países
más pobres, sufrirán sus efectos, puesto que todos compartimos
la atmósfera. Ahora muchos países pobres están desarrollando
su propia industria, y tienen derecho a ello, para que sus habitantes tengan
alimento, trabajo y escuelas. La Convención es justa al acordar
que los países ricos paguen ahora la mayor parte de los gastos que
resultan del arreglo del problema. La Convención se encarga además
de que en el futuro los países más pobres, una vez
que hayan solucionado alguno de sus problemas, colaboren también
reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero .
La Convención acuerda el fomento de
la investigación científica. El clima de la Tierra no puede
ser protegido si no sabemos cómo funciona. También acuerda
la Convención que haya intercambio de tecnologías e ideas
entre los países, lo que facilita la tarea de protección
al medio ambiente y la de ayudarse unos a otros. La Convención reconoce
además que hay zonas en el mundo, que son de singular importancia,
ya que constituyen hábitats naturales raros, hermosos o delicados.
Estas áreas - tales como playas de islas, montañas o ríos
- deben ser especialmente protegidas de los impactos climáticos
artificiales.
Bueno, ya estamos casi al final de nuestro
relato. Casi. ¡Porque no es suficiente con que actúen solo
los gobiernos! TODOS DEBEMOS PARTICIPAR TAMBIÉN. Cada vez que vamos
en autobús o en bicicleta, en vez de ir en coche; cada vez que plantamos
un árbol, ayudamos a mejorar el aire. Podemos hacer mucho. Acuérdate
de apagar las luces cuando salgas de un cuarto. Así gastas menos
energía. No dejes el grifo del agua caliente abierto cuando te laves.
Apaga el televisor cuando hayas acabado de ver la tele. Planta árboles
en tus jardines y escuelas. Reutiliza las botellas y ve acumulando plásticos,
papel y aluminios laminados para su reciclaje. Viaja en el tren o autobús
en vez de ir en coche. 48,000 TONELADAS de dióxido de carbono ¡POR
MINUTO! son emitidas por el hombre. Todos podemos contribuir a bajar este
número. No queremos seguir el mismo camino que los dinosaurios.
Tenemos una sola oportunidad, y un solo planeta.