1) Introducción.
Dos artículos previos sobre este tema han sido publicados ya. Uno por
Javier Rivas [1], donde daba cuenta
del descubrimiento y exploración de un camino rotulado como Camino Viejo a
Segovia en la 1ª edición del M.T.N. 1/50.000
[2].
En otro [3], fruto de nuevas
exploraciones e investigaciones, se establecía el trazado completo del
camino y se le daba cronología romana.
En el mes de agosto pasado, ante la importancia del tema y habiendo
estado en contacto durante todo el proceso anterior, los autores de este
artículo emprenden una nueva investigación. Isaac Moreno, autor de otros
trabajos sobre estos temas [4],
explora la vía en esos días para realizar expresamente el análisis de las
características técnicas de los caminos antiguos en el puerto de la
Fuenfría. Por su parte Jesús Rodríguez emprende una intensa labor de
búsqueda documental cuyos resultados precisos se plasman en los capítulos
centrales de este trabajo.
El descubrimiento y exploración del Camino Viejo de Segovia, que ya no
aparece en la cartografía actual basada en restitución fotogramétrica
[5], puesto que discurre en casi su totalidad bajo un dosel de
hermosos pinos silvestres o de Balsaín (pinus sylvestris), adquiere
mayor importancia si cabe, cuanto que puede contribuir a poner en solfa
una concepción muy usual de las calzadas romanas.
Se trata de aquella teoría que afirma que las calzadas romanas suben
los puertos derechamente y con grandes pendientes, lo que vendría a
demostrar que no estaban pensadas para los carros
[6], cosa que desde el punto de vista de la historia económica es
absurda.
Por el Valle de la Fuenfría pasaba una calzada romana, como demuestra
la documentación de dos miliarios por Antonio Blázquez y Delgado-Aguilera
en Mayo de 1910. Estos fueron encontrados por el ingeniero de montes D.
Alberto Martínez Sanz, “al extraer tierra para el recebo del camino,
con objeto de suavizar su pendiente...”. El autor del hallazgo había
sido avisado por Blazquez, que estaba tratando de establecer cual era el
paso entre Segovia y Miacum, a través de la Sierra de
Guadarrama [7]. Aunque en su momento
se discutió mucho la lectura del miliario más completo
[8], que unos atribuían a Vespasiano y otros a Trajano
[9], la lectura admitida actualmente de éste, según se recoge en el
repertorio de Lostal Pros [10], en
su parte final, que es la que se conserva, es:
.....
vias et pontes tempore vetustatis conlapsos restutuerunt curan(te)
Q(uinto)] Decio
leg(ato) aug(ustorum) pr(o) pr(aetore)
[c(larisimo) v(iro)]
[¿a Segovia? m(ilia)] p(asuum) XVII
Correspondería a los emperadores Maximino y Máximo, con una fecha entre
1 de enero y mayo-junio de 238, y aunque la reconstrucción ¿a
Segovia? es hipotética, se indica que “Las diecisiete millas marcadas
en el miliario vienen a corresponder a la distancia a Segovia”
[11].
Así que, si por el Valle de la Fuenfría subía una calzada romana y
existe un trazado alternativo a la denominada por todos “calzada romana”,
deberemos comprobar cual de ambos tiene más razones para ser el trazado
original romano.
2) Descripción del Camino Viejo a Segovia.
La calzada arranca, en lo que nosotros sabemos, es decir se separa de
la cañada considerada oficialmente como romana, en el Cruce de Las
Dehesas, en donde salen, a la izquierda el llamado PR4 o Carretera de la
República, y la derecha la M966, que coincide en gran parte con la cañada
llamada “calzada romana” [12].
La vía sube desde aquel punto, coincidiendo con la Carretera de la
República. La zona está muy alterada desde que se descubrieron al pie del
camino los dos miliarios, puesto que se han construido primero, en los
años veinte, la carretera de acceso al Sanatorio de la Fuenfría y luego,
en los años treinta, la carretera de la República. Además, recientemente
se ha construido otro acceso al Sanatorio más al norte.
Saliéndose de la Carretera de la República, el camino viene a dar casi
a la valla de la casa forestal de la escuela de Ingenieros de Montes.
Desde allí el camino sigue a la derecha. Tras pasar una verja de hierro
está indicado con manchas rojas en los árboles y las piedras. Sube metido
en una pequeña trinchera y pronto se pueden apreciar restos de empedrado y
del muro de contención lateral, de 70 cm. de anchura, casi completamente
enterrado por la sedimentación.
A mano izquierda puede verse un bordillo, que aparece como un bloque
cortado perfectamente y colocado encima de la roca.
A unos quinientos metros pasamos el Arroyo de Pinolubero por un vado,
al igual que el resto de arroyos aunque en varios de ellos aparecen
grandes piedras que podrían ser los restos de antiguas alcantarillas
arruinadas.
Tras un pequeño trecho sin restos reseñables llegamos a un tramo
abandonado a nuestra derecha. Allí encontramos piedras in situ de
unos 95x 95 cm. y al estar el camino antiguo destruido se ha abierto a la
derecha otro más cómodo, que es el que se utiliza ahora.
Nada más pasar un nuevo vado, sobre el Arroyo Majavilán, se puede ver a
la izquierda lo que tal vez fue una alcantarilla, hoy tapada por la
vegetación, por donde un arroyo cruza bajo el camino. Al llegar a una zona
de grandes rocas se ven restos más claros de empedrado.
La capas superiores parecen haber desaparecido, dejándola casi
impracticable, las capas inferiores han quedado al descubierto y las
piedras pequeñas han sido amontonadas a los lados.
La vía, adaptándose a la ladera, continúa subiendo hasta llegar a un
cruce. A la izquierda sube empinadísimo el camino que conduce al Collado
de Marichiva. El nuestro sigue de frente.
A partir de aquí y en algunos tramos, el camino está casi perdido pues
no lo utilizan sino el ganado y muy pocos excursionistas.
Más adelante, al pasar sobre unos afloramientos rocosos, el camino está
excavado en la roca, con entalles característicos como los encontrados en
la Vía Nova o das Geiras en Galicia
[13].
Seguidamente, en uno de los pocos tramos visibles en las fotos aéreas,
entre los pinos de Balsaín, como una línea recta, la calzada transcurre
por una larga trinchera que llega a 4 m de profundidad en algunos sitios.
El topónimo El Hoyuelo [14] podría
aludir al desmonte.
Después, el camino atraviesa en un corto espacio mediante otros dos
vados los arroyos de la Barranca y de la Peña, apreciándose en el segundo
como el agua pasa bajo grandes piedras caídas. Otra curiosidad son los
restos del trabajo de cantería en la pared izquierda, en una zona en la
que se pasa entre grandes rocas. Las marcas de la barrena y de las cuñas
indican que se ha cortado piedra, seguramente para los muros y parapetos
laterales, que sujetan la vía por el lado de aguas abajo de la ladera.
El camino está a trechos casi cortado por la caída de enormes rocas,
hoy unidas por más de un metro de sedimentos al suelo.
Tras pasar la vía por encima de un afloramiento rocoso se llega cerca
del final a un camino que cruza hacia la derecha y que Hernández Troyano
[15] ya anotó. Quizá es uno de los caminos auxiliares que sirvieron
para llevar material para el empedrado de la calzada “oficial”, puesto que
termina en ella.
Tras este cruce el camino sigue de frente y apreciamos que transcurre
durante unos doscientos metros por una pequeña trinchera con evidentes
signos de empedrado a base de grandes losas irregulares, el mejor
conservado de todo el recorrido.
Al final, como signo de mayor antigüedad, termina metiéndose bajo al
cañada considerada oficialmente romana, a sólo 350 metros de coronar el
puerto.
Se llega al puerto en un último repecho que presenta más del 21% de
pendiente.
La anchura del camino que hemos descrito es muy variable, tanto como
las épocas de su formación. Encontramos tramos en torno a los cuatro
metros y medio, otros de más de 6 y algunos en los pasos por roca de 2 y
medio o 3 metros.
Está todo él formado a media ladera, con sujeción en el lado derecho
mediante muro de contención, salvo en muchas zonas donde se le ve
atrincherado.
3) Historia de los caminos del puerto de la Fuenfría.
La documentación escrita sobre la calzada de la Fuenfría ha sido
compilada por M. Mariné [16] en su
artículo, fundamental porque pone las bases para el estudio científico de
los restos del camino.
Se echa de menos, sin embargo, el manejo de algunos documentos
cartográficos, que aportarían datos para dudar de que la cañada
considerada la calzada “oficial” sea el único camino que ha existido en el
Valle de la Fuenfría.
Por ejemplo, en el mapa de la Península Ibérica de Gerald Valk,
publicado en Amsterdam en 1704 [17],
se puede advertir que el camino de
El Escorial a Segovia va, hasta el Puerto de la
Fuenfría,
todo el tiempo por la orilla derecha del
Guadarrama. El trazado del
río le era al cartógrafo perfectamente conocido y el camino de la Fuenfría
que en él aparece se adecúa mucho más al camino del que estamos tratando,
el Camino Viejo de Segovia, que a la calzada “oficial”, conocida como
Cañada Vieja.
En los mapas provinciales de Thomas López, tanto en el de la provincia
de Guadalajara de 1766 [18] como en
el de la provincia de Segovia de 1773
[19] se ve perfectamente como el camino viene de Guadarrama por Los
Molinos, cruza el Río Guadarrama a la altura de donde ahora está el Puente
del Reajo o del Molino, pasa por Cercedilla, vuelve a pasar ahora el
Arroyo de la Venta junto a la Venta de Santa Catalina y ya se mantiene
todo el tiempo en la orilla derecha del arroyo hasta cruzarlo ya cerca del
Puerto de la Fuenfría. De nuevo los cursos de agua están perfectamente
representados y es extraño que el camino describa la misma curva
característica del Camino Viejo de Segovia, adaptándose a las laderas
mientras sube y no esté indicado más que un camino en el Valle, que no
puede ser la cañada empedrada llamada hoy “calzada romana”, que va muy
pegada todo el tiempo al arroyo de la Venta.
En otro mapa de hacia 1783, custodiado en la Cartoteca del Servicio
Geográfico del Ejército, de Francisco de Lorenzana
[20], en el que se cartografía con extraordinario detalle la zona, el
camino pasa al oeste de Cercedilla y junto a la Venta de Santa Catalina,
siempre por la derecha del Arroyo de la Venta, que sólo cruza casi arriba
del Puerto. El camino describe también la curva característica del Camino
Viejo, por ir adaptándose mientras sube a la ladera oeste del valle.
Estos mapas nos plantean de momento un problema: ¿por qué aparece
representado sólo un camino en el Valle de la Fuenfría? A ese problema
trataremos de darle solución después.
4) La construcción de la actual cañada empedrada o Calzada de la
Fuenfría.
La construcción de la calzada llamada romana, que hoy podemos admirar
en el Valle de la Fuenfría (Cercedilla, Madrid), debe de datar del reinado
de Felipe V. Indicios claros de ello son los siguientes datos:
En 1721 el Duque de Saint Simon, embajador extraordinario de la Corte
de Francia ante Felipe V, que atravesó el Puerto de la Fuenfría, camino de
la Granja, describe así el paso del puerto:
Llegamos hacia mediodía al pie mismo del Guadarrama, después de
haber subido ya durante bastante tiempo y hecho, más o menos, el trayecto
de Paris a Senlis. Nuestros coches se quedan allí y nosotros montamos en
nuestras mulas. No he visto nunca un camino tan bello y tan pavoroso en
coche. Se afronta un muro de rocas de una tremenda altura por un camino
llano, pero estrecho, que va en zigzag, bastante derecho, con poca
pendiente, de suerte que, hablando un poco en alto, se puede conversar con
las gentes de abajo y con las de encima de uno, que están casi a una legua
los unos de los otros. La montaña y el camino estaban cubiertos de nieve
muy espesa; todo estaba lleno de árboles entre las rocas, cuyas ramas,
todas cargadas de escarcha, no eran sino los más bellos racimos y los más
brillantes. Toda esta singularidad tenía, en su horror, algo de atractivo.
Se llega así a la cima, a fuerza de rodeos. El terraplén no es largo y el
descenso del otro lado es bastante más cómodo y más corto, a la mitad del
cual se descubre Balsaín, en un valle estrecho colocado a una distancia
bastante grande del pie de la montaña.
La descripción, muy detallada, de la subida al puerto, no corresponde a
la llamada calzada romana, puesto que nos está hablando de un camino de
poca pendiente, que sube haciendo zigzags y dando rodeos, lo cual se puede
aplicar mucho mejor al Camino Viejo de Segovia que a la Cañada empedrada,
que sube derecha, con sólo dos curvas. En todo caso nos describe un camino
en muy mal estado, que había que hacer en mula, dejando abajo los coches,
y no se corresponde con el aspecto actual de la calzada
[21].
En la documentación, que obra en el Archivo General de Palacio, fondo
San Ildefonso [22], hemos
encontrado los siguientes documentos:
Con fecha de Abril de 1721 [23]
se hace entrega de 60.000 reales a los operarios que han trabajado en el
camino del puerto de la Fuenfría, 30.000 “a los que compusieron el
camino desde la altura del puerto de la Fuenfria hasta el sitio de San
Ildefonso” y otros 30.000 “para repartirlos por la misma razón
entre los trabajadores que compusieron el camino en la otra parte del
puerto”. Esta cantidad de 60.000 reales es tan importante como para
hacer imposible que se trate de un simple arreglo. Lo que se gastaba en
las 7 reparaciones y 38 jornadas de trabajos efectuadas en el camino del
puerto 36 años después, en 1757, en las que trabajaron cada día de media 3
cabos de cuadrilla, 50 peones, 50 borricos, etc., no llegaba a 9.000
reales [24], lo cual es casi siete
veces menos, sin tener en cuenta la depreciación de la moneda
[25]. Por tanto estamos ante una obra de gran importancia.
Las obras continuaban en 1723. El 28 de Septiembre
[26] el Ministro de Estado, Marqués de Grimaldi, pedía información a
Segovia sobre “que sissa es la que tienen impuesta los vecinos de esta
ciudad para ocurrir a los gastos de componer los caminos, quando se
impusso, quanto importa, si se continua actualmente y quanto se gastado de
su producto”, con vistas, parece claro, a financiar la continuación de
las obras de la Fuenfría.
En 1725 las obras seguían todavía en la vertiente Sur, con intervención
de soldados, al mando de un capitán de mineros
[27], y de presos, de “algunos bandidos... que trabajan en el
Puerto”. Es posible que este capitán de mineros esté en relación con
la utilización de explosivos para abrir la parte final del puerto, puesto
que el trazado en trinchera desde el Puente del Descalzo hasta coronar no
se pudo hacer sin la utilización de pólvora. Debía de ser general desde
antiguo la opinión de que, para mejorar el trazado tradicional del camino
del Puerto, había que utilizar explosivos, puesto que esta idea ya aparece
en una obra tan conocida como el Buscón de Quevedo, escrita antes de 1605
[28]: “Llegamos a la falda del puerto [de la Fuenfría, en
dirección a Segovia]: el ermitaño, rezando el rosario en una carga de
leña hecha bolas, de manera que a cada avemaría sonaba un cabe. El soldado
iba comparando las peñas a los castillos que había visto, y mirando cuál
lugar era fuerte y adónde se había de plantar la artillería. Yo iba
mirando tanto el rosariazo del ermitaño con las cuentas frisonas, como la
espada del soldado. ¡0h, cómo volaría yo con pólvora gran parte deste
puerto -decía-, e hiciera buena obra a los caminantes! –No hay tal como
hacer buenas obras- decía el santero, y pujaba un suspiro por remate.”
Las obras debían de estar terminadas ya en 1729, puesto que en el
relato de otro viajero, Esteban de Silouhete
[29], se dice: “San Ildefonso está a una pequeña jornada de El
Escorial. Se atraviesan altas montañas, cuya cima está a menudo blanqueada
por las nieves. Estas montañas separan Castilla la Nueva de Castilla la
Vieja. Desde lo alto de estas montañas se descubre Segovia y en un valle
retirado, que se une con el llano, se descubren Balsaín y San Ildefonso.
El camino, que en otro tiempo era muy difícil, ha sido arreglado desde
que el rey le ha tomado gusto a este sitio
[30].”
Todos estos datos parecen pruebas suficientes que avalan la tesis de
una actividad constructiva muy importante en época de Felipe V.
A partir de los años 30 se intenta mantener el camino en buen estado,
pero el deficiente trazado, que intercepta las aguas y convierte la
calzada en lugar de circulación de las mismas en tiempo de lluvias, lo
deteriora continuamente.
En 1731 se toman medidas para asegurar una cantidad anual para el
mantenimiento del camino, y así el 7 de Agosto de ese año se dictó orden
para que el importe de los arreglos, al menos en la vertiente Norte, se
pagase de las sisas municipales de Segovia
[31].
Desde 1744 [32] y hasta 1759, al
menos, Rafael Daza Loaisa y Ossorio, regidor de Segovia, fue el encargado
de la reparación del camino en el lado segoviano, para los viajes del
Infante Don Luis, hermano de Carlos III, que es, parece ser, el que más
utilizaba este camino, para dirigirse de Villaviciosa de Odón o de El
Escorial al Palacio de San Ildefonso.
En cuanto a la vertiente madrileña era D. Mateo Esteban
[33], de Cercedilla, el encargado de los trabajos, y ambos rendían
cuentas a D. Ricardo Wall, primer Secretario de Estado.
El camino estaba ya en mal estado, puesto que había que arreglarlo cada
vez que el infante iba a pasar y se gastaba en ello una cantidad
considerable. El importe anual de las 4 o 5 reparaciones, en las que se
trabajaban unos 40 días al año, era de unos 8000 reales, y, de la
documentación se puede deducir que el aspecto de la calzada era muy
diferente al actual, puesto que se nos habla de llenar “los varrancos
de guijo” [34], lo que implica
que se pasaban cursos de agua por vados, cosa que hoy no sucede o bien que
el agua había abierto profundas barranqueras; también de que se “hizo a
toda costa un empedrado o calzada en la vuelta que se toma para principiar
el último rebenton del puerto” [35],
lo que quiere decir que en esta fecha no estaba empedrada la última curva,
a la izquierda, que, después del Puente de Enmedio, se toma para acometer
la postrera y empinada recta para coronar el Puerto, que se conocía en
este momento como El Reventón, por su dureza. Todo esto hoy está
perfectamente empedrado.
En la década de los 70, ya reinando Carlos III gran aficionado a la
caza y habitual visitante del Palacio de San Ildefonso, se nombró a Marcos
de Vierna y Pellón, quizás el más conocido de los especialistas en la
construcción de caminos de la época
[36], como Director General del Camino de la Fuenfría, con dependencia
directa del Ministro de Estado y con una jurisdicción que abarcaba ambas
vertientes del Puerto, desde el lugar de La Cuerda, al Sur, en el límite
de la jurisdicción de Los Molinos, hasta La Cruz de la Gallega, al Norte,
en donde el camino de San Ildefonso se desviaba del de Segovia
[37]. El camino estaba a estas alturas en muy mal estado, a pesar de
los esfuerzos de Vierna, que lo reparaba constantemente, rellenando los
baches y echando tierra por encima de las piedras para que la circulación
de los vehículos fuera más fácil. Según su testimonio, cuando él comenzó
en sus responsabilidades se gastaban ya cada año en acondicionar el
camino, solamente en el tramo madrileño, entre el límite de Los Molinos y
el alto del Puerto, 60.000 reales, cantidad que él había logrado reducir a
la mitad, incluyendo además en sus obligaciones, cuyos gastos corrían de
cuenta del Rey, también el tramo segoviano, entre el Puerto y la Cruz de
la Gallega, [38]. Esto da idea del
deterioro del camino, pues, a pesar de sus desvelos, cada vez que llovía,
el agua se llevaba toda el firme, porque no contaba con cunetas,
desaguaderos y alcantarillas. Además en el último repecho, llamado por
antonomasia el Reventón, había que atar una rueda a los carros para que no
volcasen o se despeñasen y las referencias a los “quebrantos, muertes
de mulas y quedarse los coches en distintas partes del camino atascados”
[39], o a estar los carros parados durante varios días, esperando que
se requisasen bueyes para subirlos, son continuas en la documentación que
hemos manejado.
El 25 de Diciembre de 1777, el Secretario de Estado, Conde de
Floridablanca decide hacer reparar completamente el camino y nombrar a D.
Tomás Antón Carrasco para que ejecute las obras, que consistirán, en
principio, en acometer “la redificacion de murallas, calzadas y
desaguaderos” [40]. La obra se
realiza a partir de Mayo de 1778 [41].
Finalmente se repararon los paredones o murallas desde la Venta de Santa
Catalina hasta coronar el Puerto, se hicieron cunetas, desaguaderos y
alcantarillas [42]: Además se
repararon el Puente del Descalzo y el de Enmedio, así llamado porque
estaba en el medio del Puerto [43]:
En la vertiente Norte también se había hecho una importante obra puesto
que [44] “de el otro lado se han
hecho calzadas de nuevo, señaladamente con bastante extensión en el largo
repecho que ay a el bajar a la Cruz de la Gallega, porque absolutamente
todo el estaba destrozado, y queda ahora permanente para muchos años
recojiendose con deaguaderos las vertientes de trecho en trecho a fin de
que no perjudiquen estas obras y quedan a el mismo tiempo cubiertas de
tierra arcilla para que pueda transitarse con la mayor comodidad.”
Para fines del verano la obra estaba terminada y tenía, seguramente, el
aspecto actual, con la salvedad de que, como se deduce claramente de los
textos, el actual empedrado visto no sería sino la base de una
“composición” de tierra y arcilla, que era lo que podemos llamar capa de
rodamiento, puesto que sobre la piedra viva era imposible que circularan
con alguna comodidad los coches y carros. Hay que notar que tan profunda
reparación, que ponía al día un camino en tan mal estado, se terminaba de
hacer apenas 60 años después de su inauguración. Esto se ha de deber a las
terribles condiciones climatológicas y geomorfológicas que la calzada
sufre constantemente, en parte por su deficiente construcción. Un ejemplo
de esto es otra de las observaciones que se hace en la documentación
[45], el que las dos últimas rectas, las más altas y empinadas de la
vertiente Sur, antes de coronar, tienen una orientación que provoca la
retención de la nieve y la aparición de hielo en la calzada, cosa que se
debe también a un diseño poco adecuado.
Sin embargo, en la intención de los restauradores de la calzada quedaba
un último y grave problema, la enorme pendiente del último repecho llamado
El Reventón, del Puerto. Así Tomás Antón presentó en Julio de 1778, un
ambicioso proyecto para retrazar la calzada y rebajar la pendiente de los
últimos tramos [46]:
La obra no se llegó a realizar y, al final, se optó por hacer
simplemente un desmonte en roca en el último tramo, rebajando el nivel
unos 5 metros, con lo que los documentos de la época llaman un boquete
[47]: Esta es, quizás, la razón de que los últimos metros del Puerto
no estén empedrados.
A partir de estos años se abandonan las periódicas reparaciones. La
razón principal fue la apertura del Puerto de Navacerrada, en 1788, que
constituía un acceso directo a San Ildefonso, con lo cual el Puerto de la
Fuenfría fue poco a poco abandonándose, hasta llegar al estado en que lo
pudo ver Blázquez a principios del siglo XX.
Toda esta documentación confirma las hipótesis de Fernández Troyano
[48] de que “A esta renovación [durante el reinado de Felipe V]
se debe el magnífico camino carretero, según denominación del siglo
XVIII, que conserva todavía su empedrado en muchos tramos...” Esta
idea parece imponerse en la actualidad, pero las afirmaciones de Sonia
Fernández, Amparo Martín y Carlos Caballero
[49], cuando dicen que “según las últimas investigaciones no se
puede asegurar que todos los restos conservados sean de época romana, ya
que éste era el único paso de esta zona de la Sierra del Guadarrama y fue
usado incesantemente hasta la construcción de los nuevos puertos de
Navacerrada y Guadarrama en el siglo XVIII. Hay que tener en cuenta,
además, que el camino fue paso obligado de los cortejos reales hacia los
palacios de Segovia, Valsaín, La Granja y Riofrío, lo que motivó la
realización de numerosas obras de mantenimiento.”, se quedan muy
cortas, puesto que, en este tramo al menos, no cabe hablar sólo de obras
de mantenimiento, sino de retrazado.
A la vista de esta documentación nos podemos atrever a suponer por qué
en los mapas del s. XVIII sólo aparecía representado un camino en el Valle
de la Fuenfría y no parecía ser la llamada “calzada romana”. Es posible
que, al retrazarse el camino por las necesidades del tráfico a los sitios
reales y financiarse con dinero de los reyes en época de Felipe V, su
utilización estuviera reservada al tráfico a Balsaín y San Ildefonso o
sujeta a un permiso de la administración real. Por ello en el Archivo del
Palacio Real aparecen documentos de petición de utilización del camino
[50].
Todo hace pensar que, estando restringido el paso al menos para ganados
por la calzada, el Camino Viejo a Segovia debía de continuar abierto para
el tráfico normal y por ello es el que está representado en los mapas.
Otra posibilidad es que, basándose los mapas de Tomás López, como él
explícitamente indica, en “los mejores mapas impresos y manuscritos; y
sobrelas noticias de los naturales” los datos que él manejara
[51] fueran anteriores a la construcción, en época de Felipe V, de la
actual cañada empedrada de la Fuenfría.
5) Estudio técnico de los dos trazados. Análisis de las
características técnicas de los caminos antiguos del puerto de la Fuenfría.
De los tres caminos antiguos que hoy se pueden identificar en el paso
del Sistema Central por el Puerto de la Fuenfría, uno es la llamada
Carretera de la República. Fue construida en 1934 por los ingenieros de la
época [52] y por lo tanto
corresponden sus características a las de una carretera moderna. Por ella
pueden circular vehículos de ruedas de todo tipo y tracción, aunque desde
1980 está cerrada al tráfico motorizado.
En algunos tramos, fundamentalmente en la cara norte del puerto, ha
aprovechado la traza de otro camino más antiguo para su establecimiento.
Dada la posibilidad de la exacta datación de esta carretera, podemos
descartarla de antemano como posible trazado romano en lo que no coincide
con otros caminos antiguos y por lo tanto, en prácticamente toda la subida
de la vertiente sur del puerto.
Existen otros dos caminos que aún hoy se pueden recorrer y examinar en
la vertiente sur. Uno de ellos es también cañada de ganados, está
pavimentado con losas y recientemente ha sido rehabilitado por suponérsele
de origen romano.
El otro se identifica en la cartografía antigua como Camino Viejo a
Segovia y hoy sólo se usa como camino alternativo de excursión desde
Cercedilla hasta el alto del puerto. Ambos se separan en el cruce situado
en el lugar de las Dehesas.
El primero, la Cañada de la Fuenfría, se puede seguir en todo su
trazado y plataforma original con relativa facilidad, no sólo en la parte
más rehabilitada si no, gracias a una relativa buena conservación, en toda
ella, cosa que debería hacernos dudar de antemano de su mucha antigüedad.
El Camino Viejo de Segovia también se sigue bien en casi todo su
recorrido, pero en su mayor parte se constata la dificultad de
identificación de la plataforma original por la presencia de grandes
depósitos de derrubios procedentes de la ladera por la que discurre.
Estos depósitos proceden de procesos erosivos propios del tiempo
transcurrido, en parte, y muy probablemente también de momentos puntuales
de deforestación, a causa de incendios, que se habrán producido en varias
ocasiones en la historia del camino, seguidos de fuertes procesos de
arrastres en un terreno que geológicamente es ya rico de por si en
paleodeslizamientos, que le dotan de una notable inestabilidad en todas
las laderas de la vertiente sur de este collado.
En unos casos, estos depósitos han sido retirados en un proceso
probablemente secular al exterior de la plataforma aguas abajo, de forma
que han formado un gran cordón lateral que ha acabado atrincherando el
camino en largos tramos. En otros casos, el camino ha acabado
estableciéndose sobre los propios depósitos e incluso ha buscado nuevos
trazados próximos, normalmente ladera arriba.
Podemos decir entonces que el Camino Viejo de Segovia discurre
aproximadamente por su trazado original pero con pequeñas variaciones en
planta y alzado que enmascaran mucho el trazado y sobre todo la plataforma
original.
Existen tramos de empedrado sobre estos depósitos que han de ser
forzosamente más modernos que el camino original e incluso algunas de las
trincheras hoy observables hacen dudar de su originalidad. Tal vez se
deban a procesos de reestablecimiento del trazado interrumpido del camino.
En todo caso todos estos indicios constatan un uso continuado del
camino durante siglos y un esfuerzo denodado de mantener abierta la ruta a
pesar de las enormes dificultades erosivo-deposicionales que la morfología
de las laderas de esta cordillera presenta.
Aún así, existen varios tramos donde se puede observar que, debido a
las condiciones orográficas del entorno inmediato, el camino no ha sufrido
enterramientos ni deposiciones de entidad y por lo tanto discurre por su
plataforma original. Seguramente que si se sondearan estos puntos podrían
arrojar resultados interesantes para determinar la composición original de
la infraestructura.
En el tramo de coronación de puerto se observa claramente que la
plataforma del Camino Viejo a Segovia acaba entrando unos dos metros por
debajo de la plataforma de la Cañada de la Fuenfría, cosa que, desde
luego, parece certificar su mayor antigüedad.
Más arriba sólo se conserva el trazado de la cañada, habiendo
desaparecido completamente el del Camino Viejo de Segovia entre un caos de
deslizamientos de roca en una zona terriblemente expuesta a estos
fenómenos y deforestada probablemente desde siempre, pero suponemos que,
tras dar un par de curvas, que conservarían la pendiente del camino en
torno a los valores que estamos considerando, el camino coronaría el
puerto, que en ese momento estaría unos metros más alto que en la
actualidad.
Examinando el perfil longitudinal de ambos caminos podemos hacer las
siguientes apreciaciones que nos hablan de la calidad técnica de sus
trazados.
La cañada de la Fuenfría tiene un desarrollo, considerando desde el
cruce de las Dehesas hasta el alto del puerto, de 4.770 m.
Presenta un desnivel medio del 13,3 % y desniveles máximos del 20 %
[53] que se prolongan en el tramo más alto del camino durante unos 400
m.
Sus características de trazado, por tanto, son francamente malas y sus
capacidades carreteras casi nulas. Es fácil suponer que la pavimentación
con grandes losas viene obligada por la necesidad de consolidar el camino
frente a la exposición a las escorrentías causadas por su enorme pendiente
y por su diseño en líneas de gran inclinación que interceptan y canalizan
las aguas de la ladera. De otra manera no hubiera pervivido.
El Camino Viejo de Segovia tiene un desarrollo, entre los mismos puntos
considerados para la cañada, de 5.670 m. Esto le permite discurrir con una
pendiente media del 9,3 % y con pendientes máximas prolongadas en torno al
10 %, aunque presenta varios repechos puntuales que se elevan hasta el
11,9 %.
Su trazado es por tanto relativamente bueno. Al contrario que la
cañada, presenta un diseño de trazado inteligente, con una visión generosa
de objetivos y aptitudes carreteras y su calidad de trazado es
incomparablemente superior al de al cañada.
El tránsito de carros además de posible está constatado por la
presencia de huellas de rodadas de carro en varios tramos del camino en
ésta vertiente sur.
De existir un camino diseñado por los ingenieros romanos, de entre los
caminos antiguos conocidos para el paso del puerto de la Fuenfría, ha de
ser forzosamente éste.
Considerar el trazado de la Cañada de la Fuenfría como diseño de la
ingeniería romana, o de técnico competente de cualquier época, no deja de
ser un serio menosprecio de la inteligencia humana, de las técnicas de
ingeniería propiamente dichas y aún más del dominio de la técnica
constructiva y el ingenio de los ingenieros romanos. Sólo desde el
desconocimiento de todos estos factores ha podido establecerse la
romanidad de la Cañada del puerto de la Fuenfría.
En cuanto a la vertiente norte del puerto, ésta presenta un sólo camino
antiguo anterior a la Carretera de la República
[54]. Gracias a las mejores características orográficas de esta
vertiente que han permitido unas inmejorables características de trazado
al camino, en gran parte aprovechadas por la carretera de la República, y
coincidentes en general con las del llamado Camino Viejo de Segovia en la
vertiente sur, podemos afirmar que éste coincide con el trazado del viejo
camino romano.
Al igual que ocurre en el Camino Viejo de Segovia en la vertiente sur,
en esta vertiente norte presenta indicios de mantenimiento prolongado
durante siglos, retirada de depósitos a los márgenes que han provocado
atrincheramientos del camino, empedrados en la superficie hoy visible, que
probablemente corresponden a consolidaciones en época moderna, etc.
En cualquier caso, la identificación del trazado completo de este
camino en su vertiente norte tampoco parece haber estado clara hasta hoy,
al habérsele confundido con el de la Cañada Real en los tramos en que no
coincide con esta.
De nuevo se constata el hecho de que el Camino de la Casona, así
llamado en la cartografía más antigua
[55], presenta el mejor trazado en planta y alzado de entre los
posibles para su llegada a la zona llana del sur de Segovia. Una vez en
ella, discurre en cuerda alta y evita las escorrentías transversales hasta
llegar a Segovia coincidiendo de nuevo con la Cañada Real.
6) Conclusiones
Todo lo que hasta aquí hemos presentado parece apuntar a que, en la
parte Sur del Puerto, la llamada actualmente “calzada romana”, desde el
Cruce de Las Dehesas hasta coronar, es la nuevamente construida en época
de Felipe V, 1721-28, y profundamente restaurada en 1778. Esto es así en
contra de lo que opinaba en su momento María Mariné, cuando afirmaba que
“cuando se acometen obras viarias de envergadura en la sierra - Borbones-
se centran en otros puertos” [56]
Además la calzada actual no se apoya en este tramo sobre otra de época
romana, como lo demuestra la publicación de los resultados de la
excavación realizada en 1980-81, en la que no se documenta resto alguno de
la infraestructura de otro camino debajo del empedrado actual
[57]. Incluso la propia concepción de la calzada, que llega con una
pendiente mínima, acompañando al Arroyo de la Venta, hasta el momento en
que, al no haber más sitio, trepa de golpe con pendientes exageradas, no
sigue la lógica de una construcción planeada por buenos ingenieros, que
son los que suponemos que abrieron el camino del Puerto de la Fuenfría.
Creemos que, simplemente una observación atenta del trazado de los
caminos del Puerto de la Fuenfría, tanto en su vertiente madrileña como en
la segoviana, debería haber llevado a la duda sobre la romanidad del tramo
entre el Cruce de las Dehesas y la coronación del puerto. Las diferencias
en la tipología de la construcción y el trazado son tan claras como
sospechosas. En la ladera Norte el aspecto del tramo entre la coronación
del puerto y el cruce de los Aleonardos, en donde se desvía el camino a
Segovia, a la izquierda, del de San Ildefonso, es el de la restauración de
época borbónica, pero sigue el trazado romano. Sin embargo, desde el cruce
de los Aleonardos al cruce con la Carrera Blanca o Camino Cabeza Gatos, en
donde el trazado se pierde, el aspecto actual es el de la construcción
romana, aunque enmascarada por procesos erosivo-sedimentarios de dos
milenios y las numerosas reparaciones medievales y de los siglos XVI y
XVII.
Por ello aquí el aspecto del camino es muy similar al del Camino Viejo
a Segovia: trazado a media ladera, orientado al S, en trinchera, en parte
por excavación, en parte por haberse ido sacando las piedras a un lado.
Tras bajar por una llamativa trinchera, trazada con pendiente uniforme a
lo largo de casi un km, como se puede observar en las fotografías tomadas
desde Cabeza Gatos, el camino se pierde en una pradera con grandes
depósitos de turba. El llamado Camino de La Casona, que pasa por esta casa
y junto a los restos de lo que podría ser la Venta de Santillana, ubicada
en el lado derecho del camino [58],
como se puede apreciar en un mapa de 1625 del Archivo de Simancas
[59] debe continuar, más o menos el trazado de la calzada
romana. Se conservan algunos restos de pavimento con zahorra de pequeño
tamaño, y en la entrada del Rancho del Feo, junto al que pasa, está
colocada una piedra legüera de las que se ponían en los caminos reales del
XVI al XVIII.
Así que solamente el tramo entre el Cruce de las Dehesas y la
coronación del Puerto, por haber sido totalmente retrazado en el siglo
XVIII, tiene ese aspecto completamente distinto, de obra muy nueva, sobre
todo después de la magnífica restauración a la que ha sido sometido
recientemente por la Comunidad de Madrid.
[1] J. Rivas López, “El Camino
Viejo a Segovia en el Valle de la Fuenfría”, El Miliario Extravagante,
74, Septiembre de 2000, p. 35
[2] I.G.N., M.T.N.
1:50.000, 508, Cercedilla, 1ª ed. 1923
[3] J. Rivas Rodríguez y J.
Rodríguez Morales, “Una nueva calzada romana en el Valle de la Fuenfría”,
El Miliario Extravagante, 75, Diciembre de 2000, pp. 24- 29.
[4] I. Moreno Gallo,
Descripción de la Vía de Italia a Hispania en Burgos y Palencia (noviembre
de 1998). Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura.
- 1ª edición de 1999, en formato interactivo en CD-ROM con la
colaboración de la Junta de Castilla y León.
- 2ª edición Julio de 2001, libro editado por la Diputación Provincial
de Burgos y la Diputación Provincial de Palencia.
I. Moreno Gallo, La Red Viaria Antigua en La Rioja (noviembre de
1999). Gobierno de La Rioja. Consejería de Cultura, Juventud y
Deportes.
- Avance parcial de parte del contenido. Diciembre de 2001. La Red
Viaria Antigua en La Rioja. I. La Vía Romana de Italia a Hispania,
Anexos de El Miliario Extravagante.
I. Moreno Gallo, Características de la Infraestructura Viaria Romana.
Revista O.P. Ingeniería y Territorio, 56, 2001, vol. 2, pp. 4-13. En este
trabajo se establecen los criterios técnico-constructivos para una
correcta identificación de las vías romanas.
[5] M.T.N. 1: 25.000,
508-I, Camorritos, 1999
[6] Desde que G. Menéndez Pidal,
Los caminos en la Historia de España, Madrid, 1951, p. 25, incluyó
en su libro un gráfico en el que comparaba el trazado de la calzada de la
Fuenfría con el de el cercano Puerto de Navacerrada, construido en el s.
XVIII, el mapa y la comparación han tenido un gran éxito y se incluyen en
muchas otras publicaciones. Vid p. ej.: J.Mª Sanz García,
“De como el hidrónimo Guadarrama se convirtió en orónimo de la Sierra de
Madrid y otros topónimos serranos”, Anales del Instituto de Estudios
Madrileños, 1990, p. 178, il. 1: El pie de foto es el
siguiente: “El distinto criterio con que remontan la Sierra de
Guadarrama la carretera actual y la vieja calzada romana es un buen
ejemplo para ilustrar las dos diversas concepciones camineras de la
antigüedad y de la edad moderna. La calzada romana sube decididamente y
con pendiente casi uniforme por la cuerda de las Camorcas, la carretera
zigzaguea por el valle. Según Menéndez Pidal”.
[7] A. Blázquez y Delgado-
Aguilera, “Vía romana del Puerto de la Fuenfría”, Boletín de la Real
Academia de la Historia (B.R.A.H.), 58, 1911, pp. 143- 147.
[8] Del otro miliario, conservado
también en el Museo Arqueológico Nacional, sólo se conservan tres letras,
pero por ellas y su tipología se puede fechar a finales del s. III o s. IV.
[9] A Vespasiano, A. Blazquez y
Delgado- Aguilera, “Vía romana de Segovia a Madrid”, B.R.A.H., 60,
1912, pp. 303- 305; a Trajano, F. Fita, “”El Miliario de Cercedilla”,
B.R.A.H., 58, 1911. pp. 147- 148.
[10] J. Lostal Pros, Los
Miliarios de la Provincia Tarraconense, nº 108, pp. 111- 112 y ahora
María Ruiz Trapero, Inscripciones latinas de la Comunidad de Madrid
(siglos I- VIIII), Madrid, Comunidad de Madrid, 2001, nº 125, pp. 221-
222 y nº126, p. 223
[11] Ibid., p. 112
[12] M.T.N. 1: 25.000,
Camorritos, 1999, 4º 4’ 10” W; 40º, 45’, 30” N.
[13] M. Durán Fuentes, M.: La
Vía Nova en la Serra de Xurés. La Rehabilitación de la Vía Nova entre
Portela de Home y Baños de Riocaldo. Ourense, Xunta de Galicia, 1999.
[14] M.T.N. 1: 25.000,
508-I, Camorritos, 40º 46’ 50’’N, 4º 06’ W.
[15] L. Fernández Troyano,
Los pasos históricos de la Sierra de Guadarrama, Madrid, Colegio de
Ingenieros de Caminos, 1990, pp. 161- 162
[16] M. Mariné, “Excavación en
la calzada romana del Puerto de la Fuenfría (Cercedilla. Madrid)”,
Noticiario Arqueológico Hispánico, 30, 1988, pp. 229- 254
[17] G. Valk, Regna
Hispaniarum atque Portugalliae ex recenti summa cura...Amstelodam.: ex
officina G. Valk cun privilegio, 1704, grabado en color 104,5 x 123 cm.
Hay una reproducción de la parte del mismo que nos interesa en J. Mª. Sanz
García, art. cit. nota 3, p. 182
[18] T. López, Mapa de la
Provincia de Guadalaxara, 1766
[19] T. López, Mapa de la
Provincia de Segovia, Madrid, 1773 (4 hojas)
[20] F. Lorenzana, Plano
geográfico y topográfico de los alrededores de Madrid., h. 1783
[21] DUQUE DE SAINT SIMON,
(1858), Mémoires complets et authentiques du duc de Saint-Simon sur le
siècle de Louis XIV et la Régence, Paris, Hachette, 1858, tomo XIX, 11, p.
268.
[22] Archivo General de
Palacio (A.G.P.), Fondo San Ildefonso (S.I.)
[23] A.G.P., S.I., legajo
3, caja 13545, doc. posterior a 9 de Abril de 1721.
[24] A.G.P., S.I.,
legajo, caja 13598, documento 19 de Octubre de 1758.
[25] No conocemos la evolución
de los salarios, pero tomando como referente la media de la evolución del
precio de los productos agrícolas e industriales la inflación entre 1720 y
1760 está en torno a un 23 %. E. Martínez Ruiz, C. Maqueda y E. De Diego,
Atlas Histórico de España, Madrid, Ed. Itsmo, 1999, tomo 2, p. 46
[26] A.G.P., S.I., legajo
2, caja 13545, documento de 28 de Septiembre de 1723.
[27] A.G.P., S.I., legajo
2, caja 13547, documento de 23 de Septiembre de 1725.
[28] F. de Quevedo, La vida
del Buscón, Barcelona, Ed. Crítica, 1993, Libro 2, cap. 3, p. 127.
[29] Viajeros extranjeros por
España y Portugal, recopilación de J. García Mercadal, Madrid,
Aguilar, 1967, tomo 3, p. 257.
[30] La diferencia tipográfica
es mía.
[31] A.G.P., S.I., legajo
25, caja 13598, documento 19 de Octubre de 1758.
[32] A.G.P., S.I., legajo
25, caja 13598, documento sin fecha escrito por Raphael Daza.
[33] A.G.P., S.I., legajo
25, caja 13598, documento de 15 de Noviembre de 1758.
[34] A.G.P., S.I., legajo
25, caja 13598, documento de 5 de Junio de 1758.
[35] A.G.P., S.I., legajo
25, caja 13599, documento de 25 de Abril de 1759.
[36] S. Madrazo, El sistema
de comunicaciones en España, 1750- 1850, Madrid, Ed. Turner y Colegio
de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1985, tomo 1, p. 215.
[37] A.G.P., S.I., legajo
36, caja 13628, documento de 25 de Octubre de 1775
[38] A.G.P., S.I., legajo
36, caja 13628, documento de 25 de Diciembre de 1777
[39] A.G.P., S.I., legajo
36, caja 13628, documento de 29 de Junio de 1777
[40] A.G.P., S.I., legajo
37, caja 13632, documento de 18 de Junio de 1778
[41] A.G.P., S.I., legajo
36, caja 13628, documento de 29 de Diciembre de 1777
[42] A.G.P., S.I., legajo
37. Caja 13632, documento de 21 de Junio de 1778.
[43] A.G.P., S.I., legajo
36, caja 13628, documento de 29 de Junio de 1777
[44] A.G.P., S.I., legajo
36, caja 13628, documento de 12 de Julio de 1777
[45] A.G.P., S.I., Legajo
37. Caja 13632, documento de 1 de Julio de 1778.
[46] A.G.P., S.I., legajo
37, caja 13632, documento de 1 de Julio de 1778.
[47] A.G.P., S.I., legajo
37, caja 13635, documento de 1 de Junio de 1780.
[48] L. Fernández Troyano,
Los pasos históricos de la Sierra de Madrid, Madrid, Colegio de
Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1990, pp. 155- 168.
[49] S. Fernández, A. Martín y
C. Caballero, “Vías de comunicación romanas en Segovia: la vía XXIV del
Itinerario de Antonino”, Exposición Segovia Romana, Octubre
de 2000, pp. 165-188.
[50] A.G.P., S.I., legajo
27, caja 13603, documentos de 1 de Abril, 22 de Abril y 22 de Mayo de
1762.
[51] T. López, Mapa de la
provincia de Toledo, 1768.
[52] En concreto por la Empresa
Puricelli Española, de ahí su nombre popular de Camino Puricelli.
[53] Con tramos puntuales de
hasta el 25 %.
[54] Salvo la pista forestal de
Fuente la Reina que, a partir del cruce de los Aleonardos, toma la
dirección de Valsaín y La Granja.
[55] M.T.N. 1: 50000 Segovia, 1ª
edición, 1927
[56] M. Mariné, “Excavación en
la calzada romana del puerto de la Fuenfría (Cercedilla. Madrid)”,
Noticiario Arqueológico Hispánico, Madrid, 1988, p. 254
[57] Ibid, pp. 229- 254
[58] El Cordel de Santillana o
de Nava el Rincón, al que se toma por heredero de la calzada romana, deja
el esquileo de Santillana a su izquierda. Además no conserva ningún resto
visible de infraestructura.
[59] Archivo General de
Simancas, M. P. y S., VI- 58.