Itinerario didáctico: Instituto-La Herrería                             IES EL ESCORIAL

        I. El Puente Romano sobre el Aulencia

Textos sobre la vía al puerto de la Fuenfría

Se reproducen dos textos que ofrecen sendas interpretaciones sobre la calzada romana del puerto de la Fuenfría y el camino viejo a Segovia. Se resaltan algunos pasajes específicamente relacionados con el puente sobre el Aulencia.

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a) De Alejandro Beltrán, publicado en las páginas de "Celtiberia": http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=976

b) De Jesús Rodríguez e Isaac Moreno, publicado en la revista Cimbra y reproducido en http://traianus.rediris.es/viasromanas/ donde se pueden encontrar referencias e interpretaciones sobre el puente romano sobre el Aulencia

 

 


 

La Calzada Romana de Cercedilla

Alejandro Beltrán Ortega 25/10/2004
Sección:
Roma y Grecia en Celtiberia
 

 

INTRODUCCIÓN:

La calzada romana de Cercedilla representa uno de los tramos viarios romanos mejor conservados de la Península Ibérica, y por supuesto de la Comunidad de Madrid. Si bien los restos conservados tienen importantes reformas realizadas, especialmente la de 1728, a lo largo de los siglos en que fue utilizada su trazado sigue siendo exactamente el mismo que en el siglo I d.C., fecha en la que fue construida. Su estudio y conservación deben ser prioridad, pero junto a ello también el estudio de su trazado original, esto es, de donde procedía exactamente la calzada, que ciudades cruzaba, que puntos unía y donde se sitúan exactamente estos puntos mencionados en los textos clásicos, ya que alrededor de esto existe una gran controversia como explico en las páginas siguientes.


1. CERCEDILLA Y LA SIERRA DE GUADARRAMA:

Cercedilla es un pueblo de la Comunidad de Madrid, de 5486 habitantes, situado al pie de la Sierra de Guadarrama, a 1188 metros de altitud, que forma parte del Sistema Central, y zona de comunicación entre ambas mesetas. La fundación del pueblo parece datar del siglo XVI, fecha en la que es citada por primera vez en un documento.
La sierra de Guadarrama es una zona de alta montaña con puertos que rondan los 2000 metros de altitud. Su vegetación es muy rica y variada, con extensos pinares en las zonas más altas, con suelo oromediterráneo, y según se desciende en altitud, suelos supramediterráneos y mesomediterráneos con grandes encinares.
La fauna de la zona es muy rica, criándose especies protegidas, como la graellsia, el buitre negro o el águila imperial. De su fauna original se han extinguido en la zona especies tan emblemáticas como el lobo, el lince o el oso pardo.
La zona no cuenta con ninguna protección especial de carácter medioambiental a pesar de su riqueza y de encontrarse junto al parque natural de la Laguna de Peñalara.
El pueblo vive fundamentalmente del turismo, tanto de la calzada y de sus complejos recreativos cercanos, como de la explotación de los deportes de invierno en las cercanas estaciones de esquí de Navacerrada y Valdesquí, complementado con una modesta riqueza ganadera. Cercedilla cuadriplica su población durante los meses de verano con la afluencia de población de la capital.



2. IMPACTO AMBIENTAL DE LA CALZADA:

La construcción de la calzada supuso un fuerte impacto ambiental en la zona y cambió el paisaje de la Sierra de manera definitiva. La realización de esta gran obra de ingeniería, provocó la tala y la quema de las diferentes zonas por las que discurría la calzada, ya fuera para abrir paso entre el bosque y adaptar el terreno al nuevo camino o bien para utilizar la madera para la construcción de la misma. Esta tala provoca la degradación del bosque y la pérdida de especies vegetales, especialmente las del sotobosque, favoreciendo enormemente la erosión.
Otro factor a tener en cuenta es el uso de la piedra en la construcción. Parece claro que la piedra empleada en la calzada era de esta misma zona, e incluso hay rastros de una posible cantera junto a la misma. La extracción de estas piedras supone también un nuevo impacto sobre el terreno, que también favorece la erosión y degradación del mismo.
Finalmente han de tenerse en cuenta los desmontes, que rompen la dinámica de la ladera y favorecen así la erosión del suelo por el agua y aumentan el riesgo de derrumbes y aludes en invierno.

3. EL ITINERARIO DE ANTONIO:

El llamado Itinerario de Antonio consta de veinte manuscritos, trece de los cuales están firmados por un autor llamado Antonius, y cuya fecha se sitúa en una época no anterior al reinado del emperador Caracalla, basándose en que el trazado general de las vías de Britania descrito en el documento no puede ser anterior a este personaje. Sin embargo otros nombres de ciudades aparecidos en el Itinerario parecen indicar una época posterior o al menos una actualización del documento en época de la Tetrarquía, o incluso más tarde, hacia la mitad del siglo IV, considerando el nombre de Constantinópolis, como bien afirma Roldán Hervás .
El carácter del documento es otra de las incógnitas. Alguno autores opinan que el Itinerario era de carácter oficial, como una guía de calzadas en la que se informaba de las distancias, estado de conservación o recorridos. Pero esta tesis parece difícil de sostener ante el continuado fraccionamiento, incorrecciones y arbitrariedades del documento, que hacen difícil pensar que se tratase de u documento oficial. Otra teoría, esta vez de S. Elter , afirma que el documento indica la ruta a seguir por lo peregrinos de Milán a Tierra Santa, pero parece más que improbable que todos los trayectos del Itinerario converjan en Jerusalén, por lo que esta teoría parece también descartable.
Por tanto, actualmente las tendencias giran en torno a la idea de que el documento sea de carácter privado, si bien incluso aceptando esta idea surgen polémicas sobre el carácter práctico de la obra.
El documento en sí describe una serie d rutas por las diferentes provincias del Imperio, sin que esto conlleve que se describan todas y cada una de las calzadas, ya que tenemos pruebas claras de la existencia de calzadas romanas que no aparecen mencionadas en el Itinerario. Dentro de estos caminos descritos, aparecen una serie de ellos con mayor intensidad, que Kubitschek ha distinguido en 17. El esquema seguido en estas rutas es el de nombrar la distancia total entre el punto de partida y el de destino, y a continuación ir nombrando las diferentes mansiones con el número de millas de una a otra.
Pero no se debe olvidar que el Itinerario contiene también numerosos errores y omisiones, ya sea por descuido de su autor o autores, o bien por errores en la copia del documento en épocas posteriores. Por todo ello el Itinerario no debe ser usado como documento único para el estudio de un trayecto o de una calzada, sino como complemento de las fotos aéreas, de los miliarios in situ y de todos los posibles recursos a nuestro alcance.
En cuanto a la zona que nos ocupa, principalmente se menciona en los pasajes 435, 2-436, 1. Este tramo va de Septimanca a Titulciam estableciéndose estas distancias entre los puntos intermedios :
- 435:
1. Amallobriga m. p. XXVII
2. Septimanca m. p. XXIIII
3. Nivaria m. p. XXI
4. Cauca m. p. XII
5. Segontia m. p. XXVIIII
6. Miaccum m. p. XXIIII

- 436:
1. Titulciam m. p. XXIIII
2. Complutum m. p. XXX
3. Arriaca m. p. XXII
4. Caesada m. p. XXIIII
5. Segontia m. p. XXIII

Los asentamientos romanos de Titulciam y Complutum, vuelven a ser nombrados en otras ocasiones, si bien no afectan directamente a la zona que nos ocupa.



4. EL ANÓNIMO DE RÁVENA:

Este texto es un índice nominal que abarca todo el mundo conocido en el siglo VII d.C., fecha aproximada de su redacción. Es una especio de cosmografía, como el mimo autor denomina, escrita por un cristiano del que tan sólo conocemos su procedencia, Rávena, y cuyos contenidos hacen un verdadero repaso de toda la geografía de la época, con una fuerte influencia de la patrística, como demuestra el primero de los cinco libros, donde se describe la tierra como un ente rodeado completamente por el mar e iluminado a al vez y por igual, por el sol, ya que se concibe el planeta como algo plano.
En lo siguientes libros se describen Asia, África, Europa, un periplo por el Mediterráneo y finalmente las islas y el océano. La obra contiene 300 nombres de ríos y 5000 de ciudades, si bien de un modo bastante desordenado e irregular.
La fuente de información de la obra es un desconocido y antiguo mapa de rutas, como el mismo autor indica , y por ello la obra cita topónimos muy antiguos, en desuso para la fecha de composición del Anónimo. En opinión de Roldán Hervás , este mapa-fuente parece ser el mismo que el utilizado para la elaboración de la Tábula Peutingeriana, y correspondería a un mapa romano del siglo III d.C. o a su copia actualizada de los siglos V o VI. Otro dato de su elaboración son los otros autores que cita el Ravennante como parte de sus fuentes para la elaboración de su cosmografía. Estos autores parecen totalmente falsos, incluyendo como fuentes a parejas de cónsules del siglo IV o adaptaciones de nombres míticos, quizá el autor los incluya para disimular el posible hecho de que su obra sea una mera copia de ese mapa del siglo III. Si cita el autor a otros escritores conocidos, pero de los que se desconoce ninguna obra cosmográfica, a excepción de Ptolomeo, aunque a este último lo confunde con un faraón egipcio.
El texto original parece que estuvo escrito en griego, si bien las copias conservadas son en latín. Asimismo la obra contiene numerosos fallos que han de tenerse en cuenta, así como datos que no corresponden a su fecha de composición, ya sean por ser anacronismos o bien por ser datos de épocas posteriores fruto de alguna actualización durante su copia.
El texto constituye una fuente indispensable para estudiar los itinerarios y vías de Hispania, y si bien no afecta directamente al estudio de la calzada de Cercedilla, es básico para situar algunas de las vías que recorrían la Comunidad de Madrid, lo que permite contextualizar mejor y ayuda a comprender el significado y función de la vía serrana.

5. HISTORIA DE LA ZONA:

a) NEOLÍTICO Y CALCOLÍTICO:

La zona de la Sierra de Guadarrama parece que estuvo habitada desde el período Calcolítico si nos atenemos a los últimos estudios y hallazgos realizados en la zona. Antes de la última década tan sólo se había hallado una tumba megalítica en la zona, el dolmen de Entretérminos, cerca de Collado-Villalba, hallado en 1932. Pero este yacimiento se encontraba aislado, sin relación a ninguna otra tumba o asentamiento conocido, lo que llevo a realizar una nueva campaña en 1997, que dio lugar al hallazgo de una nueva tumba megalítica con una habitación circular en El Rincón, una finca de El Escorial, cerca de una enorme roca granítica interpretada como un símbolo mágico y cultural para los constructores de la tumba. Otros dos túmulos fueron hallados en el yacimiento de Zorreras I, también en El Escorial, así como en Cerca de las Hachas y el Tomillar, en Alpedrete.
Pero a pesar del hallazgo de estas tumbas seguía sin aparecer ningún asentamiento que se pudiera ligar a estos yacimientos. Finalmente se halló un campamento, pero de tipo estacional, en El Dehesón, también en El Escorial.
Para Jesús Jiménez Guijarro , estos hallazgos eran independientes de la cultura Neolítica, y muy diferentes de lo hallado hasta ahora en los yacimientos neolíticos de la Meseta.
Otro nuevo hallazgo pareció confirmar esta teoría. En Mataelpino se encontró un cromlech de 6,6 metros de diámetro con 8 piedras de 1 metro de altura. Se trata del primer hallazgo de este tipo en la Meseta que no presente ninguna duda sobre su autenticidad. El terreno adyacente es pobre en recursos, lo que ha dado lugar a la interpretación del monumento como un centro simbólico ligado al control del territorio. Por otro lado el monumento está perfectamente alineado con los solsticios de invierno y verano, lo que da mayor fuerza a este significado simbólico del yacimiento.
Los asentamientos hallados en la zona son extremadamente escasos, y se dividen en dos tipos, los asentamientos temporales como el antes mencionado de El Dehesón, en el que se hallaron herramientas de piedra y restos de cerámica a mano con decoración simple, y un asentamiento fortificado en lo alto de una colina hallado en El Jaralón, en Collado Mediano. Este yacimiento es el único conocido de este tipo en la zona. En el lugar se encontró una doble muralla de piedra y restos cerámicos de época calcolítica, relacionados con los hallazgos encontrados en otros asentamientos peninsulares como Millares, San Martín de Pedroso, Castillejos de Montefrío, Los Vientos de la Zarzita, Terrera Ventura o Castelo Velho, este último en Portugal.
Cerca de este yacimiento de El Jaralón, discurre la Cañada Real Segoviana , y se han hallado restos de una antigua mina de cobre. Actualmente este yacimiento continúa investigándose y se esperan nuevos hallazgos que ayuden a entender mejor el poblamiento de esta zona en épocas neolítica y calcolítica (VII-III milenio a.C.)

b) LA EDAD DEL BRONCE:

La falta de estratigrafías es el principal problema para el estudio de este periodo en la zona de Madrid. Los cambios producidos durante estas etapas son muy graduales, las cerámicas de Cogeces y Cogotas I conviven con la campaniforme, dándose una mezcla de ambas. Respecto al metal, lo más llamativo es que no se ha detectado una masiva utilización de objetos metálicos en este periodo, siendo incluso los hallazgos más escasos aún que en los periodos precedentes.
Para la época del Bronce Pleno y Reciente en la zona de Madrid, se han distinguido tres facies culturales a partir de los restos cerámicos:
a) El Bronce Clásico: con cerámicas carenadas. Ausencia de incrustaciones.
b) Facie Cogeces: cerámicas lisas y algunas con decoraciones sencillas.
c) Horizonte Cogotas I: cerámicas decoradas con varios sistemas de incrustación.
Si bien estas fases parecen bien diferenciadas, es muy difícil adscribir una cronología clara para las mismas.
Los asentamientos de este periodo están fundamentalmente concentrados en las cuencas fluviales, si bien existe una excepción, el yacimiento de la Canteras de Zarzalejo, que pertenece a la facie Cogeces, y donde se han hallado algunos restos cerámicos, sin que se haya podido extraer más información del mismo.
Por tanto, poco es lo que se puede conocer de este periodo en la zona madrileña ante los pocos datos aportados por los yacimientos, que si bien son numerosos, su precario estado de conservación nos ha privado de un mayor volumen de información, lo que aún se hace más acusado en la zona que nos ocupa, al haber tan sólo un yacimiento.

c) LA EDAD DEL HIERRO:

Pocos son los datos que tenemos para el estudio de la zona de la sierra de Guadarrama en el Edad del Hierro. No hay indicios de asentamientos permanentes en la zona, si bien algunos autores como Santiago Valiente Cánovas , han señalado la posibilidad de la existencia estaciones periódicas o puestos de control en los pasos de montaña tales como Guadarrama, Cotos, Navacerrada y, por supuesto la Fuenfría, donde el hecho de que discurriese siglos después la calzada romana hace pensar en este puerto como un paso de montaña ya utilizado desde época prerromana.
En la zona a pie de los montes, si aparecen ya algunos poblados en localizaciones estratégicas y con elementos defensivos, como el de la Dehesa de la Oliva o el poblado celtibérico de San Martín de Valdeiglesias.
Donde más frecuentes son los asentamientos es en las cuencas fluviales de los ríos de la Comunidad, en las terrazas se encuentran diversos yacimientos de “fondos de cabaña”. Los hábitats varían entre los poblados de diferentes tamaños y usos, así como edificios asilados, cuevas y asentamientos al aire libre.
Para nuestra investigación fundamentalmente nos interesan los datos aportados por el yacimiento de la Dehesa de la Oliva, situado en Alpedrete de la Sierra, en el límite de Guadalajara con Madrid. Este yacimiento ha sido parcialmente estudiado por G. Muñoz .
Este poblado tiene una extensión de unas diez hectáreas, lo que le convierte junto al de Santorcaz, en el de mayor tamaño de toda la Comunidad. Estos asentamientos estaban habitados por pueblos celtibéricos, como así lo confirman los textos escritos que mencionan los enfrentamientos entre Sertorio y varios pueblos celtibéricos en una zona de cuevas, tal y como argumenta Schulten .
Las plantas de las casas que han aparecido allí son rectangulares, con un tejado a una sola agua. Estaban construidas en adobe, sobre un zócalo de piedra sin trabajar, de aproximadamente medio metro de altura. Los muros de adobe eran de tonalidades diferentes variando entre los marrones, naranjas, verdes y grises, y si grosor era de unos 50 centímetros. A veces las casa contaban con habitáculos interiores diferenciados hechos también con adobe. Los suelos estaban simplemente apisonados y los tejados hechos con una mezcla de barro, paja, madera y cañas.
Se han hallado también restos de hornos en algunas casas. Las murallas estaban hechas con piedras más o menos trabajadas en su parte exterior, mientras que el interior lo formaban una mezcla de piedras, cascotes, barro y tierra. El espesor de la muralla rondaba los 1,45 metros, y se han hallado posibles restos de puertas y torres. El poblado de la Dehesa de la Oliva presenta también ciertos rasgos de urbanismo, con casas alineadas a lo largo de amplias calles rectas. Quizá esta disposición fuera influencia de la romanización del poblado ya que podría datarse entre los siglos I y II a.C.
La cerámica presente en los yacimientos suele ser hecha a mano, con decoración simple, y algo tosca. Las formas más utilizadas son las ovoidales y hemisféricas. Dentro de la cerámica hecha a torno se han hallado varios tipos, la de tipo ibérica, la gris o negra, la vulgar, la jaspeada y la de importación, esta última especialmente representada por piezas áticas.
Las piezas metálicas son relativamente escasas, y apenas se han hallado algunas fíbulas y pasadores. Los objetos de piedra sin son más comunes, como piedras de molino, percutores, puntas de flechas, etc.
La economía de estos asentamientos eran eminentemente ganadera, como se deduce de los restos hallados de ovejas, cabras, vacas y algunos restos de credos y gallinas. También en este sentido se han hallado restos de caza, destacando el ciervo y el jabalí. Otro resto digno de mención es el de ganado caballar, si bien estos restos están más presentes en los asentamientos de “fondos de cabaña” de las cuencas fluviales.
Respecto a los enterramientos, no se ha hallado ningún resto en los hábitats a esta altura, si bien en las terrazas fluviales la tónica parece ser el uso de urnas funerarias acompañadas de algún otro resto cerámico y escaso ajuar.
Aún así el desconocimiento de este periodo en la zona de Madrid es muy escaso aún. Su cronología no se puede retrasar más del siglo VI a.C., en los casos más extremos, si bien la mayoría de los restos corresponden a los siglo III y IV a.C., siendo los hábitats de montaña más modernos aún, en torno al siglo II a.C.
Loa que parece deducirse de todos estos datos es la pervivencia de las costumbres celtibéricas en la zona tras el inicio de la presencia romana, y un crecimiento de algunas poblaciones como el propio Castro de la Dehesa de la Oliva, con estructuras defensivas, al que se van añadiendo contingentes de población de otros asentamientos menores destruidos por el empuje romano.

d) ÉPOCA ROMANA:

Durante el inicio de la presencia romana en la Península Ibérica, la zona de Madrid estaba en territorio que los romanos llamaron carpetano. La situación estratégica de la zona hace que ésta sea clave durante las guerras entre los romanos y los bacheos y carpetanos a los largo del siglo II a.C., debido a la importancia de la región como punto de paso entre la Celtiberia y el valle del Tajo. Con Sertorio la zona vuelve a ser centro de operaciones militares.
Con la provincialización de la Península, la zona de Madrid queda inscrita en la nueva provincia de Hispania Citerior, y a su vez las diferentes regiones madrileñas son divididas en conventus, el Carthaginensis y el Caesaraugustanus.
Por tanto la importancia de Madrid se establece como centro de comunicaciones y de paso entre las principales ciudades de la Hispania romana, con el cruce de los ejes más importantes, el de Caesaraugusta- Emerita o el Asturica- Corduba, desarrollándose a raíz de estas calzadas, los tres centros romanos mencionados en las fuentes, Miaccum, Titulciam y Complutum.
De estas tres, la única que tiene una localización confirmada, y de la que hablan otras fuentes que no sean el Itinerario Antonio o el Anónimo de Rávena, es Complutum, citada por Plinio en sus listados como ciudad estipendiaria del convento Cesaraugustano, y que verdaderamente llegó a ser un importante centro de población en época romana, y continuaría siéndolo en la Edad Media y Moderna.
En la Comunidad de Madrid también se han hallado algunas villas romanas como la de Villaverde Bajo o la de Getafe, con importantes restos, e incluso algunos tesorillos como el hallado en Guadarrama, consistente en varias piezas de oro .
Por tanto la importancia de Madrid en la época romana fue fundamentalmente como zona de paso y cruce de caminos, si bien esta circunstancia permitió el desarrollo de algunas poblaciones, de las cuales aún hoy no tenemos apenas datos.



6. LA MILLA ROMANA:

La longitud exacta de la milla romana es un tema que ha dado pie a numerosos estudios. La medida más aceptada es la que ha dado Antonio Blázquez como valor estándar para la Península Ibérica, que oscilaría entre un mínimo de 1000 metros y un máximo de 1672, lo que daría una variación de hasta el 60%, lo cual parece excesivo, según los diferentes estudios realizados en diferentes vías de Hispania, entre ellas la Vía de la Plata, la Galia e Italia.
Sin embargo otros estudiosos posteriores como Blas Taracena afirmaba que la milla romana medía mil pasos de cinco pies de 0,296 metros, o de cuatro codos de 0,37 metros, lo que arroja un resultado de 1480 metros. Esta longitud entra dentro del margen dado por Blázquez, pero Taracena, tras estos calculo, rechazaba de plano cualquier otra medición que no fuera esta y aseguraba que todas las millas medían exactamente lo mismo independientemente de que trazado viario se estudiase. Con esta medición se podía explicar de forma bastante satisfactoria los viales descritos en el Itinerario Antonio.
Otras teorías, como las de José Sánchez Real y Virgilio Sevillano Carvajal, apuestan por el uso de la milla olímpica en algunas zonas de la Península como en las murallas de Tarragona el primero, o en tierras de Zamora el segundo. Esta tesis es apoyada por Gonzalo Arias según los estudios realizados en los tramos viarios entre Ilerda y Osca, Caesaraugusta y Cascantum, y entre Cauca y Segovia, en los que afirma que o bien admitimos que los ingenieros romanos se equivocaron con regularidad en sus mediciones o bien admitimos que se empleó la milla olímpica como medida de longitud. Esta milla olímpica sería el resultado de la medición del Estadio de Olimpia, realizada por Curtius, y que arrojaba una extensión de 192, 27 metros, y por tanto la milla de ocho estadios sería equivalente a 1538, 16 metros, el pie a 0,307632 metros y el paso itinerario o geométrico, esto es la huella de un pie más la distancia entre dos huellas consecutivas de un mismo pie, sería 1538 metros.
Para Gonzalo Arias, por tanto, la milla de 1480 metros podría bastar para medir la distancia en línea recta entre dos puntos, pero no sería suficiente si tenemos en cuenta los accidentes del terreno, para lo cual habría que aplicar la milla olímpica y cuadrar así los datos de los itinerarios. Al autor le parece bastante verosímil que los romanos aceptaran el uso del pie griego, ya implantado en España a la llegada de Escipión, y por tanto el de su múltiplo la milla olímpica, teniendo en cuenta que la vía 20 del Itinerario Antonio está medida en estadios o que los romanos respetasen el uso de las medidas celtas en la Galia, ésto es, por leguas (leugae), una milla y media romana. A pesar de ello Gonzalo Arias aboga porque se cuente con las dos millas, la de 1480 y la de 1538 metros, ya que parece imposible saber si los ingeniero romanos utilizaron únicamente una de las dos o si su uso no cambió a lo largo de los siglos de ocupación romana.
Así pues la longitud de la milla variaba de un lugar a otro, siendo muy complicado poder saber la medida exacta en cada tramo.

7. CONSTRUCCIÓN DE LAS CALZADAS:

Para la construcción de las calzadas en época romana tenemos varios textos clásico que describen detalladamente el proceso constructivo de las mismas. Se trata de la obra de Marco Lucio Vitrubio, los Diez Libros de Arquitectura, así como las explicaciones al respecto dada por Plinio el Viejo, Idacio en sus preceptos sobre la vía Domicia o los textos del gromático Higinio sobre las calzadas en época de Augusto.
Los pasos para la construcción de la calzada eran , básicamente, en primer lugar abrir dos fosos paralelos, sacando la tierra hasta hallar un firme. Después de esto se cubría la zanja con una capa de algo más de un metro de tierra y una mezcla de piedras planas unidas por mortero o barro. Encima se tapaba con otra capa de unos 25 centímetros de una especie de betún de pequeñas piedras o ladrillo para darle impermeabilidad, y sobre ésta otra nueva capa inerte y elástica de mortero de cal prensado algo más fina. Finalmente todo ello se cubría con piedras planas y bien encajadas que formaban la capa visible. Este empedrado se flaqueaba por dos andenes o aceras y sus correspondientes cunetas.

La fuerza de la calzada residía en sus cimientos, el statumen. Cada subsuelo requería un tipo diferente de cimientos: por ejemplo, los suelos duros del norte de África necesitaban muy pocos, y los terrenos rocosos de los pasos alpinos no necesitaban cimientos en absoluto; sin embargo, en los suelos blandos de la mayor parte de Europa era esencial contar con unos cimientos sólidos que evitaran que el peso del tráfico terminara por destruir la calzada. Normalmente bastaba con ir colocando piedra desmenuzada, dispuesta en capas, aunque en los terrenos pantanosos había que poner a cada lado una hilera de troncos que la sujetara en su sitio, y en los suelos de las ciénagas, había que construir la calzada entera sobre una plataforma de troncos y maleza.
A excepción de las zonas en las que la calzada necesitaba una cimentación especial, como por ejemplo en las ciénagas, era esencial que el agua de la lluvia permaneciera sobre la calzada el menor tiempo posible, ya que tanto la superficie como los cimientos se estropearían si el agua se filtraba hasta el suelo por debajo de la calzada. A causa de esto, todas las calzadas romanas estaban un poco combadas o ladeadas, para que el agua escurriera y no se quedara en la superficie. Luego, fuera ya de la calzada, se excavaba el terreno para que formara una pendiente a cada lado, que terminaba en una zanja ( fossa ) a unos dos o tres metros de distancia, en un suelo que se había dejado sin vegetación.
La anchura debía ser de 13, 7 y 4 metros, algo que raramente ocurría, y menos en Hispania, donde eran mucho más frecuentes las calzadas del tipo glarea stratae, esto es empedradas de guijarro o grava, y nos la elegante y cómoda viae sílice vel lapide stratae, que era enlosada. Tampoco eran raras en la Península las calzadas encajadas en ladera, abiertas en la roca o las que abrían carriles o guías. Las tradicionales capas de statumen, rudus, nucleus y summa crusta o summum dorsum, son raras en las calzadas existentes en la Península.


Por tanto no todas las calzadas se construían de la misma manera y, además, debemos tener en cuenta que muchas veces estas obras eran realizadas por contratistas que buscaban el máximo beneficio económico y por tanto ahorraban en materiales y tiempo a costa de la calidad de la calzada, algo que podemos seguir observando hoy en día. Así pues muchas de estas calzadas se han perdido por su falta de elasticidad a las dilataciones producidas por el cambio de temperaturas o a merced de las riadas, especialmente las situadas junto a valles fluviales.


8. HERRAMIENTAS PARA EL ESTUDIO DE LAS CALZADAS ROMANAS:

Los datos aportados por las fuentes antiguas como los itinerarios, los textos geográficos y literarios, los miliarios y demás, no son suficientes para realizar un estudio completo y detallado de una calzada. Para complementar y completar estos datos hace falta recurrir a la arqueología en búsqueda de nuevos datos que puedan aportar los estudios sobre los restos visibles de las calzadas, los puentes, las mansiones y otros restos que aporten luz al estudio de la vías.
Los primeros estudios de las calzadas se realizaron recorriendo los viejos caminos con ayuda de los mapas topográficos, pero esto sólo se antoja altamente insuficiente, por lo que debe completarse con una prospección sobre el terreno, el estudio de las fotografías aéreas y los sondeos.

a) FOTOINTERPRETACIÓN:

La fotointerpretación consiste en el estudio de los diversos tipos de fotografías verticales, especialmente de aquellas que forman el conjunto de una región entera.
El vuelo de 1956, realizado por el ejército estadounidense es uno de los más útiles, pues abarcó todo el territorio nacional y está disponible para el estudio. Su utilidad es mayor si tenemos en cuenta que en esa fecha aún no se habían realizado las masivas reestructuraciones agrarias que pueden llevar a engaño en las actuales fotografías, y además su escala es mayor (1/30.000) y sus clichés son de excelente calidad.
Posteriormente se han realizado otros vuelos, pero sin llegar a cubrir en su totalidad todo el territorio nacional como los realizados por el Instituto Geográfico y Catastral, el Ministerio de Agricultura o el Ministerio de Hacienda. Las nuevas fotos por satélite también constituyen una importante fuente, ya que las fotos tiene una excelente definición (10 metros en blanco y negro) y reproducen una zona muy amplia (60 kilómetros de lado).
Para el estudio de las fotografías se debe utilizar un estereoscopio, con una serie de dos o tres fotografías seguidas, de tal manera que el aparato permite al observador comprobar de manera tridimensional la topografía del terreno, como si realmente sobrevolara la zona, incluso algo mejor, ya que el relieve se percibe de manera más clara. El estereoscopio además aumenta la imagen, con lo que los detalles pequeños se perciben con mayor nitidez.
Por tanto para estudiar las calzadas, lo primero que se ha de observar en la fotografía aérea son los indicios fotográficos. De esta manera, podremos observar cuales son los mejores lugares para una posible vía de comunicación, esto es los caminos más accesibles y cómodos.
En segundo lugar, debemos observar los llamados indicios lineales, que son las líneas claras u oscuras que cruzan los campos. Estos indicios pueden ser los restos de una calzada romana, que suelen observarse como trazos blancos continuados o discontinuos, pero alineados . Esto es lo que se observa en el estudio de las calzadas del sur peninsular, como la Vía Augusta o el Camino de Aníbal.
A veces esta línea clara se encuentra limitada por dos bandas oscuras, especialmente en las fotografías de baja altitud. Estas bandas son los vestigios de las cunetas laterales de la calzada, lo que nos permite asegura que se trata de una calzada importante, esto es una viae sílice vel lapide stratae.
En algunas ocasiones, las fotos aéreas también pueden llevar a engaño, confundiendo posibles caminos romanos con canalizaciones recientes, por lo que se debe tener en cuenta la existencia de éstos antes del estudio. Pero la fotografía aérea se revela como una herramienta indispensable para el estudio de los caminos de la antigüedad.

b) LA PROSPECCIÓN AÉREA:

La prospección aérea es la realizada por vuelos de baja altitud. Ésta nos permite complementar los resultados de la fotografía aérea convencional. El vuelo se realiza por las zonas donde se podrían ubicar las calzadas, y se observa de manera detallada el trazado de la vía o de sus elementos adyacentes.
Los vuelos a baja altura, nos permiten también observar algunas zonas de escasa claridad, donde las fotografías aéreas no revelaban nada. Por otro lado, esta observación permite distinguir las calzadas romanas de las recientes canalizaciones, que también aparecen como una línea blanca en las fotografías aéreas, y poder así superar una de las trampas que pueden llevar a error.
Pero incluso cuando la prospección aérea no revele con claridad la existencia o trazado de una calzada se ha de recurrir al sondeo.
Cuando la vía romana está oculta por una carretera moderna, algo que ocurre en numeroso casos, debe seguirse la vía ya que en diferentes ocasiones el trazado moderno se desvía un poco de la vía romana, especialmente en las curvas, y se pude entonces ir extrayendo el itinerario primitivo de la calzada. Asimismo se puede ir observando, de esta manera, las sucesivas variaciones que ha sufrido la calzada e incluso sus usos posteriores como cañadas o su abandono bajo los campos de labor.
Otro dato importante es poder distinguir la calzada romana de caminos más modernos. Las vías romanas suelen tener una trayectoria en línea quebrada con cambios bruscos de dirección (con curvas de hasta 90º), mientras que los caminos de época medieval y moderna suelen ser más serpenteantes.
Asimismo debemos observar también los posibles cambios en la vegetación, aunque esto sólo suceda en determinadas épocas del año, e incluso dependiendo del tipo de luz que haya en cada momento. Esto se debe a que debajo de las plantas se esconde una calzada que impide un mayor desarrollo de la vegetación o bien provoca que las plantas se sequen con mayor rapidez que las adyacentes, ya que el fondo empedrado impide la retención de la humedad y contiene una menor cantidad de nutrientes.
Finalmente la prospección aérea nos permite también, en muchas ocasiones, poder distinguir los diferentes edificios que se encuentran adyacentes a las calzadas, como las villae, las tabernae o incluso los pequeños poblados levantados junto a la carretera, incluso se pueden observar las construcciones que se encontraban hasta a 200 metros de la vía, como en las diferentes villas halladas en la Vía Augusta o en el Camino de Aníbal .
Así pues, la prospección aérea nos aporta nuevos datos para reconstruir el antiguo paisaje, y revelar así el papel que jugaba la vía que queremos estudiar.

c) PROSPECCIONES SOBRE EL TERRENO:

Tras el estudio de las fotografías y prospecciones aéreas, se debe realizar una trabajo de campo sobre el terreno para confirmar los indicios revelados por las anteriores herramientas de estudio. Este trabajo nos permite identificar los hallazgos y poder datarlos.
Para empezar se deben utilizar los mapas topográficos, como el del Ejército, a escala 1/200000, u otros como el del Instituto Geográfico. El terreno se debe explorar minuciosamente en busca del trazado exacto y de las mansiones o construcciones, e incluso poblaciones, mencionadas en los Itinerarios romanos. De esta manera se consigue enlazar los posibles restos aún existentes, o incluso poder intuir, con bastante certeza, el recorrido de las vías, de las cuales no queda ningún rastro.
Esta prospección ayuda también a poder interpretar mejor y comprender la relación entre la calzada y la transformación del paisaje, y como ésta influyó en lo antiguos habitantes de la zona y en el medio ambiente. Asimismo nos permite datar la cronología de la calzada y de los centros ligados o surgidos a raíz de ella.
No se debe descartar realizar pequeñas encuestas a los habitantes de la zona de estudio, ya que esto en ocasiones ha revelado la presencia de tramos desconocidos de la calzada, e incluso de miliarios abandonados o utilizados en otras construcciones.
Finalmente, todos estos datos permiten elegir los mejores lugares para realizar los sondeos estratigráficos , para poder estudiar la estructura exacta de la calzada, la presencia de cunetas y su fecha exacta de construcción y de sus posibles remodelaciones.



9. LA CALZADA ROMANA DE CERCEDILLA:

La calzada romana de Cercedilla es uno de los pasos naturales del Sistema Central, utilizado para comunicar ambas mesetas. El puerto de la Fuenfría, por el que discurre la calzada, tiene una altura de 1796 metros, similar a la de sus cotas adyacentes como Navacerrada o Navafría. Con el crecimiento de Madrid y su conversión en capital del Estado, la calzada se utilizaría para la comunicación entre Madrid y Segovia, y la Granja poco después con la dinastía borbónica, siendo sustituida después por el paso del puerto de Guadarrama o de Los Leones en el año 1741, durante el reinado de Fernando VII, y por el paso del puerto de Navacerrada en 1788/90 de mano de Carlos III . Actualmente ninguna carretera moderna cruza la calzada en este tramo, llegando tan sólo a la zona de las Dehesas, lo que ha facilitado su conservación.
La parte conservada de la calzada pertenece a la cara sur del puerto de la Fuenfría, con una longitud de 2550 metros. Los tramos son largos y rectos, y en ocasiones con un desnivel muy alto, teniendo un 15% de pendiente media.
Su construcción data del siglo I d.C., y fue realizada con materiales de la zona, ésto es gneis y granito. Estos materiales pudieron sacarse de una posible cantera hallada cerca del puente del Descalzo, en Cercedilla, según el descubrimiento de Cesario de Miguel , si bien este hallazgo está sin estudiar ni corroborar.

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10. FUENTES ESCRITAS PARA EL ESTUDIO DE LA CALZADA:

Las principales fuentes, de época clásica, para el estudio de esta calzada son loa antes mencionados Itinerario Antonio y el Anónimo de Rávena. Por otro lado se encuentra la obra de Ptolomeo, que también describe parte de esta zona, y por supuesto, otro historiadores y geógrafos antiguos para poder investigar todo el contexto anterior y posterior a la construcción de la misma.
Durante la época medieval se cita la calzada en algunos textos, como en el que Alfonso IX, concede el permiso de molino a los venteros instalados junto a la calzada en el año 1201, siendo estos mismos venteros de la Fuenfría y de otros puertos cercanos eximidos de tributo en 1273 por Alfonso X el Sabio .
Durante el siglo XIV, dos grandes obras literarias nombran la calzada, en primer lugar el Libro de la Montería cita el camino como muy apropiado para la caza, y el Arcipreste de Hita lo utiliza en su Libro del Buen Amor para huir de Segovia.
Durante el reinado de los Austrias la calzada continúa utilizándose como muestran las citas de Navagero, miembro de la corte de Carlos V entre 1524 y 1526, la de Villuga, que utiliza sus ventas para descansar en su viaje por los santuarios marianos en 1545 o de Despernada, quien lo nombra como paso entre Segovia y Madrid por Felipe II. El propio Quevedo, en el capítulo X de la Vida del Buscón, cita una posada de Cercedilla utilizada pos los viajantes entre Madrid y Segovia, que se encontraba totalmente ocupada.
Con los Borbones el camino se utiliza fundamentalmente para unir Madrid y el recién construido Palacio de la Granja, tal y como cita el duque de Saint-Simon en 1722, en sus viajes entre la Granja y Balsaín. También aparece nombrado por Torres Villarroel en 1744 como paso libre de bandidos y Rodríguez Campomanes, en su guía de postas lo menciona como un paso utilizado ya de forma exclusiva para el camino entre la Granja y Madrid hacia 1761.
Durante el siglo XIX el abandono de la calzada ya es total, pasando el camino a la Granja a otro puertos como Rascafría, tal y como informan Laborde (1809), Miñano (1820), Cabanes (1829), Madoz (1847) o Quardrado (1885). Entre las razones de su abandono estos autores citan su incomodidad y su duro recorrido.
Ya en el siglo XX, el profesor Blázquez lo identifica fielmente como calzada romana, atestiguada por el hallazgo de un miliario en Las Dehesas de Cercedilla en 1910 y reconociendo los numerosos puentes romanos ligados a ella.


11. OTRAS FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA CALZADA:

Para el estudio de la calzada romana de Cercedilla, además de las fuentes clásicas, y de toda la bibliografía moderna que incluyo, he utilizado otras fuentes que serían básicas para la realización de un proyecto completo de investigación.
En primer lugar se encuentran las fotos aéreas. En mi investigación he consultado las fotos correspondientes al vuelo americano, fechado para esta zona en el año 1957. Me parecían las más adecuadas ya que en esta época aún no se había producido el boom inmobiliario en la Sierra de Guadarrama y la observación resulta más sencilla y clarificadora. Fundamentalmente, la zona de la calzada de Cercedilla corresponde a la zona 508 de fotografías, que coincide, por supuesto, con su asignación numérica de zona en el mapa topográfico del Ejército, y que recibe el nombre de Cercedilla. Las fotos serían las numeradas como 1041, de la A5 a la A7 y de la B5 a la B7 (serie de 48010-11-12 y 47029-30-32). Por supuesto, para el estudio de resto de los posibles itinerarios de la calzada serían necesarias otras muchas fotografías, en esta relación tan sólo he mencionado las fotos correspondientes a los restos visibles y confirmados de la calzada en la cara sur del puerto de la Fuenfría.
Otro elemento que he consultado y necesario también para el estudio de la calzada, son los mapas topográficos, imprescindibles junto a las fotos para su buena interpretación. En este proyecto he consultado los mapas del Ejército, con una escala 1/50.000. En este caso el mapa es el numerado como 508 (18-20), si bien también han de consultarse otros mapas de la zona para el estudio de la continuación de la calzada, estos serían los siguientes:
- Nº 483, Segovia (18-19).
- Nº 532, Las Navas del Marqués (17-21).
- Nº 533, San Lorenzo de El Escorial (18-21).
- Nº 534, Colmenar (19-20).
- Nº 557, San Marín de Valdeiglesias (17-22).
- Nº 558, Villaviciosa de Odón (18-22).
- Nº 559, Madrid (19-22).
- Nº 582, Getafe (19-23).
- Nº 605, Aranjuez (19-24).

Las series de fotografías correspondientes a estas zonas tiene la misma numeración por su correspondencia con la división zonal del territorio.


12. RECORRIDO DE LA CALZADA:

Los restos de la calzada romana de Cercedilla, comienzan a ser visibles al poco de pasar el puerto de la Fuenfría, en dirección sur, siguiendo el curso del arroyo de la Venta desde su nacimiento por su margen izquierda, hasta cruzarlo y quedar a su derecha tras el paso del puente de Enmedio, siguiendo así hasta el puente del Descalzo, donde ya desaparece de la vista, posiblemente tapada por la carretera de las Dehesas , hasta aparecer de nuevo un trozo junto al arroyo.
Un poco más adelante se encuentra otro nuevo puente, muy pequeño, que vuelve a cruzar el arroyo a la altura de la finca de Montes Claros, para volver a desaparecer bajo la carretera hasta la estación de ferrocarril de Cercedilla y llegar hasta otro puente, el del Reajo o del Molino, de gran tamaño y enorme belleza, que está en uso por la actual carretera junto al túnel del tren.
Poco después deja la carretera, pasando por la colonia de los Prados y por la Ermita de Santa María de Natívitas, pero sin restos visibles. De aquí pasa a la calleja de Santa María, cruza el río de Las Puentes por un puente no romano, heredero de uno anterior, y pasa a coincidir con el camino viejo de El Escorial y con la carretera de Guadarrama al Ventorrillo, pasando por el límite con Collado Mediano, llegando hasta Alpedrete y Villalba, según el itinerario de Blázquez. Hasta entonces se había supuesto que el puerto era el punto de paso utilizado para la comunicación entre Segovia, Toledo y Alcalá de Henares, siguiendo las rutas 433/437 y 438/439 del Itinerario Antonio, pero sin confirmar de ninguna manera su autenticidad. Por tanto, a partir de la obra de Blázquez, es aceptado por todos los investigadores que la calzada de Cercedilla es romana y el paso utilizado para unir Segovia y la meseta sur, quedando la polémica para el itinerario exacto de la calzada a partir de su salida de Cercedilla. Blázquez, y con él, De Miguel y Eced , afirman que el itinerario es el anteriormente descrito, pero otros autores difieren notablemente de este recorrido. Blázquez afirmaba que la calzada, tras dejar Cercedilla y pasando por Los Molinos, bajaba hasta Villalba y Torrelodones para llegar a la Casa de Campo, junto al arroyo Meaques, donde él situaba Miaccum. Por tanto se trataría de dos calzadas, una que discurriría entre Mérida y Zaragoza, y otra que comunicaría Astúrica Augusta, con Segovia y Cástulo . Sin embargo estudios recientes realizados por Gonzalo Arias intentan demostrar que el trazado de la calzada, que Blázquez y Sánchez-Albornoz no consiguieron encontrar y situaron básicamente bajo lo que hoy es la autovía A-6 (Madrid- A Coruña), en realidad continuaría bajo la actual carretera Guadarrama- El Escorial, siguiendo la misma dirección N-S que el trozo de calzada conservado. Según el estudio de Enrique Villagrasa , a quien el director de las obras, José Rodríguez Lende, realizadas en la autovía en 1965, le informó de que primero se construyó la autovía paralela a la antigua carretera de A Coruña, y después se desmontó la antigua en varios tramos para hacerla de dos carriles, siguiendo el trazado Villalba-Torrelodones-Las Matas-Las Rozas. En estas obras, que provocaron que se removieran grandes cantidades de tierra para nivelar en altura la vía con la nueva carretera, no se halló ningún resto como miliarios, losas grandes, cimientos de calzada, sepulturas, monedas, etc. Lo que hace pensar, a algunos investigadores, que la calzada de la Fuenfría no continuaría por esta zona.
Sin embargo, el propio Gonzalo Arias, sitúa la supuesta Vía del Esparto bajo la actual A-6, pero tan sólo en le tramo comprendido entre Madrid y Majadahonda, a partir de donde se desviaría hacia Colmenarejo para continuar hasta El Escorial y Peguerinos.

Para Gonzalo Arias la vía, que él denomina de La Machota, llegaría hasta El Escorial para continuar después de cruzar un puentecillo romano identificado por él mismo sobre el río Aulencia, por la zona de Zarzalejo, casi de forma paralela a la vía del ferrocarril, quedando algunos trozos conservados con hitos para indicar el camino en caso de nieve, según los hallazgos de Rafael Perera , bordeando el pico de La Machota, del cual recibe el nombre. A partir de aquí ya no hay restos visibles de la calzada. De aquí continuaría dirección Fresnedillas hasta llegar a la Torre de Esteban Hambrán y un poco más adelante hasta La Puebla de Montalbán, donde cruzaría el Tajo. Según este trazado, Gonzalo Arias sitúa Titulciam entre Villanueva de la Cañada y Brunete, y Miacco entre Collado Mediano y Alpedrete. De esta forma se formaría un triángulo viario entre la Vía de la Machota, la Vía veinticinco del itinerario Antonio (que unía Emérita Augusta y Caesaraugusta) y la llamada Vía del Esparto (que uniría Cartagena y el Norte y no estaría mencionado en el Itinerario Antonio, pero atestiguado por algunos restos y un miliario hallado en Murcia), cuyos vértices serían Madrid, la Torre de Esteban Hambrán y El Escorial, quedando Titulciam situada prácticamente en el medio . Este cruce de la vía hacia Córduba, con la que uniría el Levante, haría de Madrid, entonces despoblada, un punto estratégico y elevado que los musulmanes se apresuraron en fortificar durante la época medieval, y de esos caminos quedaría el vestigio del cruce de las calles Atocha/Santiago y Mayor.
De este modo la Vía de La Machota, entre Segovia y El Escorial, sería en realidad la número 24 del Itinerario Antonio, que para unir Emérita Augusta y Caesaraugusta, describiría una especie de N, para pasar por Zamora y Madrid , lo que hace pensar que en realidad se trate de una mezcla de vías distintas.


13. PUENTES ROMANOS CONSERVADOS EN LA CALZADA:

Los puentes romanos son muy frecuentes a lo largo de los recorridos de las calzadas, ya sea para superar grandes ríos como para pequeños arroyos o torrenteras. Estos puentes son una muestra del nivel tan alto alcanzado por la ingeniería romana.
Los romanos solían construir los puentes apoyándolos sobre roca natural, tratando así de hacer más seguros y duraderos. Para ello se hacía un estudio del río a superar, localizando el tramo más idóneo para construir el puente, con lo que se demuestra que antes de la construcción de la calzada se estudiaba todo su trazado para elegir estos lugares.
En el caso de los existentes en la calzada de Cercedilla, los puentes y terraplenes estaban protegidos por antepechos de un metro de espesor, hechos con piedra y mortero de cal de aproximadamente un metro de altura, con una tapa de piedra de veinticinco centímetros de espesor de una sola pieza, con un vuelo a cada lado .
La piedra exterior de los muros está en seco, sin rejuntar, si bien el relleno está constituido de hormigón ciclópeo de cal y piedra, normalmente cantos rodados del propio río. De esta manera se absorbía gran parte del empuje de los rellenos contra los muros, evitándose así la fatiga y el deterioro de los mismos.
Los puentes de Cercedilla tienen unos diez metros de anchura de promedio, y responden todos a un mismo criterio constructivo. Los arcos son de medio punto, cerrados. La piedra está sin labrar, si bien tiene la forma adecuada su función dentro de la estructura del puente.

A) PUENTE “REAJO” O “DEL MOLINO”:
Este puente es quizá el más importante y hermoso de todos. Está construido para salvar el cauce del río de La Venta, que más tarde se convertirá en el Guadarrama, y actualmente está en servicio para el paso de la carretera comarcal M-110.
El puente está sujeto por seis contrafuertes hexagonales de gran altura, ya que la distancia desde el cauce al antepecho es de 15,40 metros. El arco de medio punto se protege con cuatro contrafuertes, los de aguas arribas más fuertes para soportar la embestida de las aguas, iniciados en punta, y los otros dos de forma semiexagonal .
La construcción responde a tres fases visiblemente diferenciadas, la primera desde los paramentos hasta la línea horizontal del inicio del arco. La segunda corresponde a la parte del intrados del arco, continuando la elevación hasta la altura de la vía. La tercera y última fase es la construcción de las protecciones laterales.
El puente tiene un llamativo esviaje respecto a la dirección del río, lo que hace pensar a De Miguel que los ingenieros romanos llegaron a desviar ligeramente la dirección del río , según se deduce de las grandes piedras presentes en el fondo y en los laterales del río, que encauzan las aguas hacia el arco.

B) PUENTE DE “LA VENTA”:

Este puente, sobre el río del mismo nombre, se encuentra situado en la carretera del valle de la Fuenfría, poco antes de llegar a Las Dehesas, en la esquina de la finca de Montes Claros. Es el más pequeño de los existentes, pero sigue siendo utilizado para el paso de vehículos. Ha sido restaurado y modificado en varias ocasiones, pero sigue manteniendo su estructura original típicamente romana.
Este puente parece ratificar la existencia de la calzada por debajo de la actual carretera. El retranqueo de la cimentación se encuentra enfoscado y la anchura del puente llega a los nueve metros. Sus proporciones, el material utilizado y la técnica constructiva es la misma que en los restantes puentes. Cerca de él, se encuentran dos contrafuertes sin identificar su función y una masa de hormigón superficial que podría corresponder a alguna tubería de agua .


C) PUENTE DE “EL DESCALZO”:

Este puente es el segundo en tamaño, cruzado también por la actual carretera, su estado de conservación es ideal, con el firme original y los paramentos laterales intactos.
Su técnica de construcción es idéntica a los anteriores, con las piedras de la bóveda trabadas entre sí con mortero de cal.
Este puente fue restaurado ante el peligro de ruina que amenazaba. Se encuentra casi al inicio de la zona conservada de calzada al comienzo de la subida al puerto.



D) PUENTE DE “ENMEDIO”:

Este puente es el que se encuentra a mayor altitud, a más de 1600 metros. Es el de peor estado de conservación, si bien recientemente se han acometido obras de restauración. La capa superficial es la más dañada por el uso del puente en el arrastre de troncos procedentes de la explotación forestal de la zona.
La técnica constructiva vuelve a ser la misma que ne los anteriores, si bien el lamentable estado de conservación que tenía el puente hacen difícil el estudio de sus materiales y formas originales.


E) PUENTE DE “MATASNOS”:

Este puente se encuentra en el límite entre Cercedilla y Los Molinos. Se trata de un puente relativamente moderno, construido en la primera mitad del siglo XIX. Pero para algunos investigadores se trata de una sustitución de un antiguo puente romano, ya que al parecer la calzada discurriría en la dirección del puente, esto es N-S, para pasar a la izquierda de Los Molinos.
El puente supera el cauce del arroyo de Las Puentes, afluente del Guadarrama, y parece construido en el mismo emplazamiento y cimentación que su precedente romano, incluso con su mismo diseño exacto.


F) PUENTE DE LOS CANALES:

Este puente no se encuentra en Cercedilla, sino en la zona de La Boca del Asno, sobre el río Eresma, y perteneciente a la misma calzada en su camino hacia Segovia.
Se encuentra bastante deteriorado, ya que le faltan los sillares de sus muros, quedando tan sólo de su estructura original los estribos de la base y las piedras del arco.
Su técnica constructiva y sus materiales difieren ligeramente de los cinco puentes anteriores. En este caso no se utilizó mampostería, sino piedra labrada en sillarejo. Su arco es de medio punto como en los anteriores, pero siendo en este caso abierto y no cerrado como en los de Cercedilla. Su ancho de vía es también mucho menor, ya que no sobrepasa los 3,45 metros.
Estos cambios se podrían explicar teniendo en cuenta que las calzadas se construían en tramos separados y en diferentes periodos, lo que hace suponer que este tramo fue diseñado y construido por un arquitecto diferente que el que construyó el trazado de Cercedilla.


G) PUENTE “ROMANO” DE EL ESCORIAL:

Este último puente es el hallado por Rafael Perera a las afueras de El Escorial. Se sitúa sobre el río Aulencia, y según Gonzalo Arias pertenecería a la vía de La Machota. Estaba en un deplorable estado de conservación, por lo que se acometió su restauración en 1982.
Parece compartir las técnicas y materiales de los existentes en Cercedilla, si bien ha sido escasamente estudiado.



14. MIACCUM Y TITULCIAM:

La polémica sobre la posible continuación de la calzada de Cercedilla trae consigo otro enigma añadido. La localización de los asentamientos romanos de Miaccum y Titulciam varía según se acepte una de las dos teorías.
Respecto a Miaccum , la tesis de Saavedra sobre su localización en la zona de la Casa de Campo de Madrid, fue aceptada por muchos autores, y el propio Blázquez también la sitúa allí . La similitud toponímica del arroyo que cruza la zona, el Meaques, es uno de los puntos fuertes de esta teoría.
Esta localización fue comúnmente aceptada, a pesar de la falta de unas pruebas arqueológicas concluyentes. Pero Gonzalo Arias rebatió esta idea, argumentando que en primer lugar el arroyo Meaques, según los mapas del Instituto Geográfico, es el nombre que reciben dos arroyos distintos, uno que bordea la Casa de Campo y otro que desemboca en el Manzanares bajo el puente de Los Franceses. En segundo lugar, el investigador señala que el Itinerario Antonio indica que la distancia entre la mansión de Miaccum y la siguiente, que ya es la de Segovia, es de XXIV millas, para lo que, según el autor, y, basándose en la medida de 1480 metros por milla romana, haría falta más del doble de millas para cubrir la distancia existente . En este sentido habría que volver a la polémica sobre la longitud real de las millas que aparecen en el Itinerario Antonio.
Así pues, Gonzalo Arias opta por situar Miaccum en las cercanías de Guadarrama, exactamente en la zona de Alpedrete, del que saldría un pequeño camino hasta Guadarrama donde empalmaría con la vía principal que venía de El Escorial (Vía de la Machota). Otra opción era situarlo en el Cerro del Castillo, cerca ya de Collado Mediano, si bien el autor encontró unos posibles restos en el despoblado de El Beneficio, dos kilómetros al SO de Collado Mediano, donde se encuentran los cimientos de alguno edificios y restos de grandes ladrillos y tejas. Al parecer, unos años antes, un excavador aficionado había sondeado la zona hallando algunas monedas, si bien este último hecho está sin confirmar.
Gonzalo Arias, no asegura que Miaccum se encuentre en El Beneficio, ya que hace falta un verdadero estudio de la zona, aunque bien podría tratarse de una simple villa. La falta de estudios completos de los otros dos posibles emplazamientos sugeridos por el investigador, esto es el Cerro del Castillo y Alpedrete, hacen que estas ideas carezcan también de una base sólida y probada.
La localización de Titulciam , es el otro enigma. Queda por supuesto descartado su localización decimonónica dada por el Conde de Torrehermosa, a raíz de los hallazgos de lápidas y otros objetos romanos en la villa, en el pueblo que hoy recibe el nombre de Titulcia, y anteriormente llamada Bayona de Tajuña, ya que a todas luces es imposible tal emplazamiento. Blázquez la sitúa a dos kilómetros al norte de Aranjuez, si bien no da una localización exacta ya que la distancia señalada entre Toletum y Titulciam es de XVI millas, lo cual no se corresponde con la distancia real entre ambas.
Por su parte Gonzalo Arias , en su revisión viaria de la zona, sitúa el asentamiento entre Las Rozas de Madrid y Villaviciosa de Odón, quedando entre medias una huerta llamada del “Romanillo”, a la que el autor se refiere como una posible pista siempre y cuando el topónimo tenga la antigüedad suficiente. El autor cree en la existencia de dos empalmes desde el asentamiento hacia las vías que lo bordeaban, la Vía del Esparto procedente de Cartagena y la vía 25 del itinerario, ya que las otras dos vías en las que el Itinerario Antonio menciona a la ciudad, la 26 que remite a la del Esparto y la 29 que juzga como muy insegura que procedería del valle del Tiétar, no son, en opinión del autor, pistas válidas. Esta localización encajaría más con los datos aportados por Ptolomeo .


15. CONCLUSIÓN:

La calzada romana de Cercedilla es, por tanto, tan sólo el resto visible de una extensa red de vías de comunicación romanas que cruzaban todo el territorio de la Comunidad de Madrid. El proyecto de investigación que propongo consiste, en primer lugar, en hacer un estudio detallado de la actual calzada, pero sobre todo, encontrar las pruebas definitivas sobre el trazado de la misma antes de llegar al término municipal de Cercedilla.
Las dos teorías propuestas por lo investigadores son tan dispares, que parece urgente confirmar alguna de ellas con hallazgos arqueológicos concluyentes. El paso de la calzada por El Escorial parece más que confirmado a la vista de los restos del puente sobre el río Aulencia, pero también parecen bastante claros los restos de calzada hallados en las inmediaciones de Las Rozas y Torrelodones. Asimismo la presencia de importantes villas romanas en los madrileños barrios de Villaverde Bajo y Carabanchel, hacen pensar que algún camino no debía pasar muy lejos de allí. Por tanto, en mi opinión, se trata de varias vías diferenciadas, de las que habría que confirmar definitivamente su existencia y trazado.
Por otro lado, esta búsqueda de los trazados, debe completarse con la localización exacta de Miaccum y Titulciam, ya que las propuestas actuales son completamente diferentes, como pone de manifiesto el hecho de que el Miaccum de Blázquez dista más de 40 kilómetros del propuesto por Gonzalo Arias. En este sentido me inclino más a pensar en la localización de Miaccum en la zona de Guadarrama, ya que parece más probable no sólo por las distancias sugeridas en el Itinerario Antonio, sino también por un cierto sentido común, ya que la presencia del puerto de la Fuenfría, cuyo paso es indudablemente duro y costoso, hace pensar que la mansión se encontrase más cerca del inicio del puerto y no tan alejada como propone Blázquez- En cuanto a Titulciam, ninguna de las dos propuestas me parece concluyente, con lo que creo que se hace necesario un nuevo estudio.
En segundo lugar, me parece necesaria la creación de un parque arqueológico en la zona conservada de la calzada. La situación de la misma en un paraje tan bello como el del puerto, hace del lugar una localización ideal para la creación de este parque, dando así la posibilidad de hacer llegar al gran público el conocimiento de las vías romanas y su importancia, así como su impacto sobre el paisaje. La actual información que se ofrece sobre el terreno, se me antoja totalmente insuficiente, existiendo tan sólo dos carteles explicativos, uno sobre la construcción de las calzadas y otro sobre los puentes. Creo necesario ampliar esta información con carteles explicativos de cada puente que cruza la calzada, y varios más no sólo de la construcción de las calzadas sino sobre todo lo que conlleva la existencia de las mismas, así como los diferentes itinerarios y vías de toda la Hispania Romana. En este punto, me gustaría destacar el hecho de que dos de los puentes mencionados, el de la “Venta” el “Romano” de El Escorial, apenas se pueden apreciar ya que ambos se encuentran flanqueados por fincas privadas que hacen imposible su visualización, algo que me parece impropio de dos monumentos de interés histórico artístico. Esto se puede apreciar en las fotografías incluidas en este trabajo, que muestran lo poco que se puede observar de estos puentes.
Asimismo dos de los puentes, de nuevo el de la “Venta” y el del “Reajo”, son cruzados en la actualidad por carreteras en uso, lo que me parece que deteriora mucho su conservación, especialmente el del “Reajo”, ya que se sitúa a la entrada justo de Cercedilla y es paso casi obligado para entrar en el pueblo, con lo que el volumen de tráfico soportado es considerable.
Así pues me parecen necesarias y urgentes mayores medidas de protección para estos restos, y finalmente creo adecuada la construcción de un aula arqueológica en la zona de la calzada, para ampliar la información aportada y centro de divulgación de este bello e importante trazado viario.


16. ÍNDICE:
Introducción pág. 2
1. Cercedilla y la Sierra de Guadarrama pág. 3
2. Impacto ambiental de la Calzada pág. 4
3. El Itinerario Antonino pág. 5
4. El anónimo de Rávena pág. 8
5. Historia de la zona pág. 10
a) Neolítico y Calcolítico pág. 10
b) La Edad del Bronce pág. 11
c) La Edad del Hierro pág. 12
d) Época Romana pág. 14
6. La Milla Romana pág. 15
7. Construcción de las calzadas pág. 17
8. Herramientas para el Estudio de las calzadas romanas pág. 20
a) Fotointerpretación pág. 20
b) La Prospección Aérea pág. 21
c) Prospección sobre el terreno pág. 22
9. La Calzada Romana de Cercedilla pág. 24
10. Fuentes Escritas para el Estudio de la Calzada pág. 25
11. Otras fuentes para el Estudio pág. 27
12. Recorrido de la Calzada pág. 29
13. Puentes Romanos Conservados en la Calzada pág. 32
a) Puente del “Reajo” o “Del Molino” pág. 32
b) Puente de la “Venta” pág. 34
c) Puente del “Descalzo” pág. 35
d) Puente de “Enmedio" pág. 36
e) Puente de “Matasnos” pág. 37
f) Puente de los “Canales” pág. 38
g) Puente “Romano” de El Escorial pág. 39
14. Miaccum y Titulciam pág. 40
15. Conclusión pág. 42
16. Índice pág. 53
Bibliografía pág. 55
17. BIBLIOGRAFÍA:


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• VVAA (1999) ARQUITECTURA Y DESARROLLO URBANO
Tomo VI (CERCEDILLA). CONSEJERÍA DE OBRAS PÚBLICAS, URBANISMO Y TRANSPORTE. COMUNIDAD DE MADRID-ZONA OESTE.


 

 

 

 

LA VÍA DEL PUERTO DE LA FUENFRÍA

Publicado en la Revista Cimbra nº 345
Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas
Abril de 2002

 
 

Jesús Rodríguez Morales © 2002

Isaac Moreno Gallo © 2002

TRAIANVS © 2002




 

1) Introducción.

Dos artículos previos sobre este tema han sido publicados ya. Uno por Javier Rivas [1], donde daba cuenta del descubrimiento y exploración de un camino rotulado como Camino Viejo a Segovia en la 1ª edición del M.T.N. 1/50.000 [2].

En otro [3], fruto de nuevas exploraciones e investigaciones, se establecía el trazado completo del camino y se le daba cronología romana.

En el mes de agosto pasado, ante la importancia del tema y habiendo estado en contacto durante todo el proceso anterior, los autores de este artículo emprenden una nueva investigación. Isaac Moreno, autor de otros trabajos sobre estos temas [4], explora la vía en esos días para realizar expresamente el análisis de las características técnicas de los caminos antiguos en el puerto de la Fuenfría. Por su parte Jesús Rodríguez emprende una intensa labor de búsqueda documental cuyos resultados precisos se plasman en los capítulos centrales de este trabajo.

El descubrimiento y exploración del Camino Viejo de Segovia, que ya no aparece en la cartografía actual basada en restitución fotogramétrica [5], puesto que discurre en casi su totalidad bajo un dosel de hermosos pinos silvestres o de Balsaín (pinus sylvestris), adquiere mayor importancia si cabe, cuanto que puede contribuir a poner en solfa una concepción muy usual de las calzadas romanas.

Se trata de aquella teoría que afirma que las calzadas romanas suben los puertos derechamente y con grandes pendientes, lo que vendría a demostrar que no estaban pensadas para los carros [6], cosa que desde el punto de vista de la historia económica es absurda.

Por el Valle de la Fuenfría pasaba una calzada romana, como demuestra la documentación de dos miliarios por Antonio Blázquez y Delgado-Aguilera en Mayo de 1910. Estos fueron encontrados por el ingeniero de montes D. Alberto Martínez Sanz, “al extraer tierra para el recebo del camino, con objeto de suavizar su pendiente...”. El autor del hallazgo había sido avisado por Blazquez, que estaba tratando de establecer cual era el paso entre Segovia y Miacum, a través de la Sierra de Guadarrama [7]. Aunque en su momento se discutió mucho la lectura del miliario más completo [8], que unos atribuían a Vespasiano y otros a Trajano [9], la lectura admitida actualmente de éste, según se recoge en el repertorio de Lostal Pros [10], en su parte final, que es la que se conserva, es:

.....

vias et pontes tempore vetustatis conlapsos restutuerunt curan(te) Q(uinto)] Decio

leg(ato) aug(ustorum) pr(o) pr(aetore)

[c(larisimo) v(iro)]

[¿a Segovia? m(ilia)] p(asuum) XVII

Correspondería a los emperadores Maximino y Máximo, con una fecha entre 1 de enero y mayo-junio de 238, y aunque la reconstrucción ¿a Segovia? es hipotética, se indica que “Las diecisiete millas marcadas en el miliario vienen a corresponder a la distancia a Segovia” [11].

Así que, si por el Valle de la Fuenfría subía una calzada romana y existe un trazado alternativo a la denominada por todos “calzada romana”, deberemos comprobar cual de ambos tiene más razones para ser el trazado original romano.


 

2) Descripción del Camino Viejo a Segovia.

La calzada arranca, en lo que nosotros sabemos, es decir se separa de la cañada considerada oficialmente como romana, en el Cruce de Las Dehesas, en donde salen, a la izquierda el llamado PR4 o Carretera de la República, y la derecha la M966, que coincide en gran parte con la cañada llamada “calzada romana” [12].

La vía sube desde aquel punto, coincidiendo con la Carretera de la República. La zona está muy alterada desde que se descubrieron al pie del camino los dos miliarios, puesto que se han construido primero, en los años veinte, la carretera de acceso al Sanatorio de la Fuenfría y luego, en los años treinta, la carretera de la República. Además, recientemente se ha construido otro acceso al Sanatorio más al norte.

Saliéndose de la Carretera de la República, el camino viene a dar casi a la valla de la casa forestal de la escuela de Ingenieros de Montes.

Desde allí el camino sigue a la derecha. Tras pasar una verja de hierro está indicado con manchas rojas en los árboles y las piedras. Sube metido en una pequeña trinchera y pronto se pueden apreciar restos de empedrado y del muro de contención lateral, de 70 cm. de anchura, casi completamente enterrado por la sedimentación.

A mano izquierda puede verse un bordillo, que aparece como un bloque cortado perfectamente y colocado encima de la roca.

A unos quinientos metros pasamos el Arroyo de Pinolubero por un vado, al igual que el resto de arroyos aunque en varios de ellos aparecen grandes piedras que podrían ser los restos de antiguas alcantarillas arruinadas.

Tras un pequeño trecho sin restos reseñables llegamos a un tramo abandonado a nuestra derecha. Allí encontramos piedras in situ de unos 95x 95 cm. y al estar el camino antiguo destruido se ha abierto a la derecha otro más cómodo, que es el que se utiliza ahora.

Nada más pasar un nuevo vado, sobre el Arroyo Majavilán, se puede ver a la izquierda lo que tal vez fue una alcantarilla, hoy tapada por la vegetación, por donde un arroyo cruza bajo el camino. Al llegar a una zona de grandes rocas se ven restos más claros de empedrado.

La capas superiores parecen haber desaparecido, dejándola casi impracticable, las capas inferiores han quedado al descubierto y las piedras pequeñas han sido amontonadas a los lados.

La vía, adaptándose a la ladera, continúa subiendo hasta llegar a un cruce. A la izquierda sube empinadísimo el camino que conduce al Collado de Marichiva. El nuestro sigue de frente.

A partir de aquí y en algunos tramos, el camino está casi perdido pues no lo utilizan sino el ganado y muy pocos excursionistas.

Más adelante, al pasar sobre unos afloramientos rocosos, el camino está excavado en la roca, con entalles característicos como los encontrados en la Vía Nova o das Geiras en Galicia [13].

Seguidamente, en uno de los pocos tramos visibles en las fotos aéreas, entre los pinos de Balsaín, como una línea recta, la calzada transcurre por una larga trinchera que llega a 4 m de profundidad en algunos sitios. El topónimo El Hoyuelo [14] podría aludir al desmonte.

Después, el camino atraviesa en un corto espacio mediante otros dos vados los arroyos de la Barranca y de la Peña, apreciándose en el segundo como el agua pasa bajo grandes piedras caídas. Otra curiosidad son los restos del trabajo de cantería en la pared izquierda, en una zona en la que se pasa entre grandes rocas. Las marcas de la barrena  y de las cuñas indican que se ha cortado piedra, seguramente para los muros y parapetos laterales, que sujetan la vía por el lado de aguas abajo de la ladera.

El camino está a trechos casi cortado por la caída de enormes rocas, hoy unidas por más de un metro de sedimentos al suelo.

Tras pasar la vía por encima de un afloramiento rocoso se llega cerca del final a un camino que cruza hacia la derecha y que Hernández Troyano [15] ya anotó. Quizá es uno de los caminos auxiliares que sirvieron para llevar material para el empedrado de la calzada “oficial”, puesto que termina en ella.

Tras este cruce el camino sigue de frente y apreciamos que transcurre durante unos doscientos metros por una pequeña trinchera con evidentes signos de empedrado a base de grandes losas irregulares, el mejor conservado de todo el recorrido.

Al final, como signo de mayor antigüedad, termina metiéndose bajo al cañada considerada oficialmente romana, a sólo 350 metros de coronar el puerto.

Se llega al puerto en un último repecho que presenta más del 21% de pendiente.

La anchura del camino que hemos descrito es muy variable, tanto como las épocas de su formación. Encontramos tramos en torno a los cuatro metros y medio, otros de más de 6 y algunos en los pasos por roca de 2 y medio o 3 metros.

Está todo él formado a media ladera, con sujeción en el lado derecho mediante muro de contención, salvo en muchas zonas donde se le ve atrincherado.

 

3) Historia de los caminos del puerto de la Fuenfría.

La documentación escrita sobre la calzada de la Fuenfría ha sido compilada por M. Mariné [16] en su artículo, fundamental porque pone las bases para el estudio científico de los restos del camino.

Se echa de menos, sin embargo, el manejo de algunos documentos cartográficos, que aportarían datos para dudar de que la cañada considerada la calzada “oficial” sea el único camino que ha existido en el Valle de la Fuenfría.

Por ejemplo, en el mapa de la Península Ibérica de Gerald Valk, publicado en Amsterdam en 1704 [17], se puede advertir que el camino de El Escorial a Segovia va, hasta el Puerto de la Fuenfría, todo el tiempo por la orilla derecha del Guadarrama. El trazado del río le era al cartógrafo perfectamente conocido y el camino de la Fuenfría que en él aparece se adecúa mucho más al camino del que estamos tratando, el Camino Viejo de Segovia, que a la calzada “oficial”, conocida como Cañada Vieja.

En los mapas provinciales de Thomas López, tanto en el de la provincia de Guadalajara de 1766 [18] como en el de la provincia de Segovia de 1773 [19] se ve perfectamente como el camino viene de Guadarrama por Los Molinos, cruza el Río Guadarrama a la altura de donde ahora está el Puente del Reajo o del Molino, pasa por Cercedilla, vuelve a pasar ahora el Arroyo de la Venta junto a la Venta de Santa Catalina y ya se mantiene todo el tiempo en la orilla derecha del arroyo hasta cruzarlo ya cerca del Puerto de la Fuenfría. De nuevo los cursos de agua están perfectamente representados y es extraño que el camino describa la misma curva característica del Camino Viejo de Segovia, adaptándose a las laderas mientras sube y no esté indicado más que un camino en el Valle, que no puede ser la cañada empedrada llamada hoy “calzada romana”, que va muy pegada todo el tiempo al arroyo de la Venta.

En otro mapa de hacia 1783, custodiado en la Cartoteca del Servicio Geográfico del Ejército, de Francisco de Lorenzana [20], en el que se cartografía con extraordinario detalle la zona, el camino pasa al oeste de Cercedilla y junto a la Venta de Santa Catalina, siempre por la derecha del Arroyo de la Venta, que sólo cruza casi arriba del Puerto. El camino describe también la curva característica del Camino Viejo, por ir adaptándose mientras sube a la ladera oeste del valle.

Estos mapas nos plantean de momento un problema: ¿por qué aparece representado sólo un camino en el Valle de la Fuenfría? A ese problema trataremos de darle solución después.


4) La construcción de la actual cañada empedrada o Calzada de la Fuenfría.

La construcción de la calzada llamada romana, que hoy podemos admirar en el Valle de la Fuenfría (Cercedilla, Madrid), debe de datar del reinado de Felipe V. Indicios claros de ello son los siguientes datos:

En 1721 el Duque de Saint Simon, embajador extraordinario de la Corte de Francia ante Felipe V, que atravesó el Puerto de la Fuenfría, camino de la Granja, describe así el paso del puerto:

Llegamos hacia mediodía al pie mismo del Guadarrama, después de haber subido ya durante bastante tiempo y hecho, más o menos, el trayecto de Paris a Senlis. Nuestros coches se quedan allí y nosotros montamos en nuestras mulas. No he visto nunca un camino tan bello y tan pavoroso en coche. Se afronta un muro de rocas de una tremenda altura por un camino llano, pero estrecho, que va en zigzag, bastante derecho, con poca pendiente, de suerte que, hablando un poco en alto, se puede conversar con las gentes de abajo y con las de encima de uno, que están casi a una legua los unos de los otros. La montaña y el camino estaban cubiertos de nieve muy espesa; todo estaba lleno de árboles entre las rocas, cuyas ramas, todas cargadas de escarcha, no eran sino los más bellos racimos y los más brillantes. Toda esta singularidad tenía, en su horror, algo de atractivo. Se llega así a la cima, a fuerza de rodeos. El terraplén no es largo y el descenso del otro lado es bastante más cómodo y más corto, a la mitad del cual se descubre Balsaín, en un valle estrecho colocado a una distancia bastante grande del pie de la montaña.

La descripción, muy detallada, de la subida al puerto, no corresponde a la llamada calzada romana, puesto que nos está hablando de un camino de poca pendiente, que sube haciendo zigzags y dando rodeos, lo cual se puede aplicar mucho mejor al Camino Viejo de Segovia que a la Cañada empedrada, que sube derecha, con sólo dos curvas. En todo caso nos describe un camino en muy mal estado, que había que hacer en mula, dejando abajo los coches, y no se corresponde con el aspecto actual de la calzada [21].

En la documentación, que obra en el Archivo General de Palacio, fondo San Ildefonso [22], hemos encontrado los siguientes documentos:

Con fecha de Abril de 1721 [23] se hace entrega de 60.000 reales a los operarios que han trabajado en el camino del puerto de la Fuenfría, 30.000 “a los que compusieron el camino desde la altura del puerto de la Fuenfria hasta el sitio de San Ildefonso” y otros 30.000 “para repartirlos por la misma razón entre los trabajadores que compusieron el camino en la otra parte del puerto”. Esta cantidad de 60.000 reales es tan importante como para hacer imposible que se trate de un simple arreglo. Lo que se gastaba en las 7 reparaciones y 38 jornadas de trabajos efectuadas en el camino del puerto 36 años después, en 1757, en las que trabajaron cada día de media 3 cabos de cuadrilla, 50 peones, 50 borricos, etc., no llegaba a 9.000 reales [24], lo cual es casi siete veces menos, sin tener en cuenta la depreciación de la moneda [25]. Por tanto estamos ante una obra de gran importancia.

Las obras continuaban en 1723. El 28 de Septiembre [26] el Ministro de Estado, Marqués de Grimaldi, pedía información a Segovia sobre “que sissa es la que tienen impuesta los vecinos de esta ciudad para ocurrir a los gastos de componer los caminos, quando se impusso, quanto importa, si se continua actualmente y quanto se gastado de su producto”, con vistas, parece claro, a financiar la continuación de las obras de la Fuenfría.

En 1725 las obras seguían todavía en la vertiente Sur, con intervención de soldados, al mando de un capitán de mineros [27], y de presos, de “algunos bandidos... que trabajan en el Puerto”. Es posible que este capitán de mineros esté en relación con la utilización de explosivos para abrir la parte final del puerto, puesto que el trazado en trinchera desde el Puente del Descalzo hasta coronar no se pudo hacer sin la utilización de pólvora. Debía de ser general desde antiguo la opinión de que, para mejorar el trazado tradicional del camino del Puerto, había que utilizar explosivos, puesto que esta idea ya aparece en una obra tan conocida como el Buscón de Quevedo, escrita antes de 1605 [28]: “Llegamos a la falda del puerto [de la Fuenfría, en dirección a Segovia]: el ermitaño, rezando el rosario en una carga de leña hecha bolas, de manera que a cada avemaría sonaba un cabe. El soldado iba comparando las peñas a los castillos que había visto, y mirando cuál lugar era fuerte y adónde se había de plantar la artillería. Yo iba mirando tanto el rosariazo del ermitaño con las cuentas frisonas, como la espada del soldado. ¡0h, cómo volaría yo con pólvora gran parte deste puerto -decía-, e hiciera buena obra a los caminantes! –No hay tal como hacer buenas obras- decía el santero, y pujaba un suspiro por remate.

Las obras debían de estar terminadas ya en 1729, puesto que en el relato de otro viajero, Esteban de Silouhete [29], se dice: “San Ildefonso está a una pequeña jornada de El Escorial. Se atraviesan altas montañas, cuya cima está a menudo blanqueada por las nieves. Estas montañas separan Castilla la Nueva de Castilla la Vieja. Desde lo alto de estas montañas se descubre Segovia y en un valle retirado, que se une con el llano, se descubren Balsaín y San Ildefonso. El camino, que en otro tiempo era muy difícil, ha sido arreglado desde que el rey le ha tomado gusto a este sitio [30].”

Todos estos datos parecen pruebas suficientes que avalan la tesis de una actividad constructiva muy importante en época de Felipe V.

A partir de los años 30 se intenta mantener el camino en buen estado, pero el deficiente trazado, que intercepta las aguas y convierte la calzada en lugar de circulación de las mismas en tiempo de lluvias, lo deteriora continuamente.

En 1731 se toman medidas para asegurar una cantidad anual para el mantenimiento del camino, y así el 7 de Agosto de ese año se dictó orden para que el importe de los arreglos, al menos en la vertiente Norte, se pagase de las sisas municipales de Segovia [31].

Desde 1744 [32] y hasta 1759, al menos, Rafael Daza Loaisa y Ossorio, regidor de Segovia, fue el encargado de la reparación del camino en el lado segoviano, para los viajes del Infante Don Luis, hermano de Carlos III, que es, parece ser, el que más utilizaba este camino, para dirigirse de Villaviciosa de Odón o de El Escorial al Palacio de San Ildefonso.

En cuanto a la vertiente madrileña era D. Mateo Esteban [33], de Cercedilla, el encargado de los trabajos, y ambos rendían cuentas a D. Ricardo Wall, primer Secretario de Estado.

El camino estaba ya en mal estado, puesto que había que arreglarlo cada vez que el infante iba a pasar y se gastaba en ello una cantidad considerable. El importe anual de las 4 o 5 reparaciones, en las que se trabajaban unos 40 días al año, era de unos 8000 reales, y, de la documentación se puede deducir que el aspecto de la calzada era muy diferente al actual, puesto que se nos habla de llenar “los varrancos de guijo [34], lo que implica que se pasaban cursos de agua por vados, cosa que hoy no sucede o bien que el agua había abierto profundas barranqueras; también de que se “hizo a toda costa un empedrado o calzada en la vuelta que se toma para principiar el último rebenton del puerto [35], lo que quiere decir que en esta fecha no estaba empedrada la última curva, a la izquierda, que, después del Puente de Enmedio, se toma para acometer la postrera y empinada recta para coronar el Puerto, que se conocía en este momento como El Reventón, por su dureza. Todo esto hoy está perfectamente empedrado.

En la década de los 70, ya reinando Carlos III gran aficionado a la caza y habitual visitante del Palacio de San Ildefonso, se nombró a Marcos de Vierna y Pellón, quizás el más conocido de los especialistas en la construcción de caminos de la época [36], como Director General del Camino de la Fuenfría, con dependencia directa del Ministro de Estado y con una jurisdicción que abarcaba ambas vertientes del Puerto, desde el lugar de La Cuerda, al Sur, en el límite de la jurisdicción de Los Molinos, hasta La Cruz de la Gallega, al Norte, en donde el camino de San Ildefonso se desviaba del de Segovia [37]. El camino estaba a estas alturas en muy mal estado, a pesar de los esfuerzos de Vierna, que lo reparaba constantemente, rellenando los baches y echando tierra por encima de las piedras para que la circulación de los vehículos fuera más fácil. Según su testimonio, cuando él comenzó en sus responsabilidades se gastaban ya cada año en acondicionar el camino, solamente en el tramo madrileño, entre el límite de Los Molinos y el alto del Puerto, 60.000 reales, cantidad que él había logrado reducir a la mitad, incluyendo además en sus obligaciones, cuyos gastos corrían de cuenta del Rey, también el tramo segoviano, entre el Puerto y la Cruz de la Gallega, [38]. Esto da idea del deterioro del camino, pues, a pesar de sus desvelos, cada vez que llovía, el agua se llevaba toda el firme, porque no contaba con cunetas, desaguaderos y alcantarillas. Además en el último repecho, llamado por antonomasia el Reventón, había que atar una rueda a los carros para que no volcasen o se despeñasen y las referencias a los “quebrantos, muertes de mulas y quedarse los coches en distintas partes del camino atascados [39], o a estar los carros parados durante varios días, esperando que se requisasen bueyes para subirlos, son continuas en la documentación que hemos manejado.

El 25 de Diciembre de 1777, el Secretario de Estado, Conde de Floridablanca decide hacer reparar completamente el camino y nombrar a D. Tomás Antón Carrasco para que ejecute las obras, que consistirán, en principio, en acometer “la redificacion de murallas, calzadas y desaguaderos [40]. La obra se realiza a partir de Mayo de 1778 [41]. Finalmente se repararon los paredones o murallas desde la Venta de Santa Catalina hasta coronar el Puerto, se hicieron cunetas, desaguaderos y alcantarillas [42]: Además se repararon el Puente del Descalzo y el de Enmedio, así llamado porque estaba en el medio del Puerto [43]:

En la vertiente Norte también se había hecho una importante obra puesto que [44] “de el otro lado se han hecho calzadas de nuevo, señaladamente con bastante extensión en el largo repecho que ay a el bajar a la Cruz de la Gallega, porque absolutamente todo el estaba destrozado, y queda ahora permanente para muchos años recojiendose con deaguaderos las vertientes de trecho en trecho a fin de que no perjudiquen estas obras y quedan a el mismo tiempo cubiertas de tierra arcilla para que pueda transitarse con la mayor comodidad.

Para fines del verano la obra estaba terminada y tenía, seguramente, el aspecto actual, con la salvedad de que, como se deduce claramente de los textos, el actual empedrado visto no sería sino la base de una “composición” de tierra y arcilla, que era lo que podemos llamar capa de rodamiento, puesto que sobre la piedra viva era imposible que circularan con alguna comodidad los coches y carros. Hay que notar que tan profunda reparación, que ponía al día un camino en tan mal estado, se terminaba de hacer apenas 60 años después de su inauguración. Esto se ha de deber a las terribles condiciones climatológicas y geomorfológicas que la calzada sufre constantemente, en parte por su deficiente construcción. Un ejemplo de esto es otra de las observaciones que se hace en la documentación [45], el que las dos últimas rectas, las más altas y empinadas de la vertiente Sur, antes de coronar, tienen una orientación que provoca la retención de la nieve y la aparición de hielo en la calzada, cosa que se debe también a un diseño poco adecuado.

Sin embargo, en la intención de los restauradores de la calzada quedaba un último y grave problema, la enorme pendiente del último repecho llamado El Reventón, del Puerto. Así Tomás Antón presentó en Julio de 1778, un ambicioso proyecto para retrazar la calzada y rebajar la pendiente de los últimos tramos [46]:

La obra no se llegó a realizar y, al final, se optó por hacer simplemente un desmonte en roca en el último tramo, rebajando el nivel unos 5 metros, con lo que los documentos de la época llaman un boquete [47]: Esta es, quizás, la razón de que los últimos metros del Puerto no estén empedrados.

A partir de estos años se abandonan las periódicas reparaciones. La razón principal fue la apertura del Puerto de Navacerrada, en 1788, que constituía un acceso directo a San Ildefonso, con lo cual el Puerto de la Fuenfría fue poco a poco abandonándose, hasta llegar al estado en que lo pudo ver Blázquez a principios del siglo XX.

Toda esta documentación confirma las hipótesis de Fernández Troyano [48] de que “A esta renovación [durante el reinado de Felipe V] se debe el magnífico camino carretero, según denominación del siglo XVIII, que conserva todavía su empedrado en muchos tramos...” Esta idea parece imponerse en la actualidad, pero las afirmaciones de Sonia Fernández, Amparo Martín y Carlos Caballero [49], cuando dicen que “según las últimas investigaciones no se puede asegurar que todos los restos conservados sean de época romana, ya que éste era el único paso de esta zona de la Sierra del Guadarrama y fue usado incesantemente hasta la construcción de los nuevos puertos de Navacerrada y Guadarrama en el siglo XVIII. Hay que tener en cuenta, además, que el camino fue paso obligado de los cortejos reales hacia los palacios de Segovia, Valsaín, La Granja y Riofrío, lo que motivó la realización de numerosas obras de mantenimiento.”, se quedan muy cortas, puesto que, en este tramo al menos, no cabe hablar sólo de obras de mantenimiento, sino de retrazado.

A la vista de esta documentación nos podemos atrever a suponer por qué en los mapas del s. XVIII sólo aparecía representado un camino en el Valle de la Fuenfría y no parecía ser la llamada “calzada romana”. Es posible que, al retrazarse el camino por las necesidades del tráfico a los sitios reales y financiarse con dinero de los reyes en época de Felipe V, su utilización estuviera reservada al tráfico a Balsaín y San Ildefonso o sujeta a un permiso de la administración real. Por ello en el Archivo del Palacio Real aparecen documentos de petición de utilización del camino [50].

Todo hace pensar que, estando restringido el paso al menos para ganados por la calzada, el Camino Viejo a Segovia debía de continuar abierto para el tráfico normal y por ello es el que está representado en los mapas.

Otra posibilidad es que, basándose los mapas de Tomás López, como él explícitamente indica, en “los mejores mapas impresos y manuscritos; y sobrelas noticias de los naturales” los datos que él manejara [51] fueran anteriores a la construcción, en época de Felipe V, de la actual cañada empedrada de la Fuenfría.


 

5) Estudio técnico de los dos trazados. Análisis de las características técnicas de los caminos antiguos del puerto de la Fuenfría.

 De los tres caminos antiguos que hoy se pueden identificar en el paso del Sistema Central por el Puerto de la Fuenfría, uno es la llamada Carretera de la República. Fue construida en 1934 por los ingenieros de la época [52] y por lo tanto corresponden sus características a las de una carretera moderna. Por ella pueden circular vehículos de ruedas de todo tipo y tracción, aunque desde 1980 está cerrada al tráfico motorizado.

En algunos tramos, fundamentalmente en la cara norte del puerto, ha aprovechado la traza de otro camino más antiguo para su establecimiento. Dada la posibilidad de la exacta datación de esta carretera, podemos descartarla de antemano como posible trazado romano en lo que no coincide con otros caminos antiguos y por lo tanto, en prácticamente toda la subida de la vertiente sur del puerto.

Existen otros dos caminos que aún hoy se pueden recorrer y examinar en la vertiente sur. Uno de ellos es también cañada de ganados, está pavimentado con losas y recientemente ha sido rehabilitado por suponérsele de origen romano.

El otro se identifica en la cartografía antigua como Camino Viejo a Segovia y hoy sólo se usa como camino alternativo de excursión desde Cercedilla hasta el alto del puerto. Ambos se separan en el cruce situado en el lugar de las Dehesas.

El primero, la Cañada de la Fuenfría, se puede seguir en todo su trazado y plataforma original con relativa facilidad, no sólo en la parte más rehabilitada si no, gracias a una relativa buena conservación, en toda ella, cosa que debería hacernos dudar de antemano de su mucha antigüedad.

 

El Camino Viejo de Segovia también se sigue bien en casi todo su recorrido, pero en su mayor parte se constata la dificultad de identificación de la plataforma original por la presencia de grandes depósitos de derrubios procedentes de la ladera por la que discurre.

Estos depósitos proceden de procesos erosivos propios del tiempo transcurrido, en parte, y muy probablemente también de momentos puntuales de deforestación, a causa de incendios, que se habrán producido en varias ocasiones en la historia del camino, seguidos de fuertes procesos de arrastres en un terreno que geológicamente es ya rico de por si en paleodeslizamientos, que le dotan de una notable inestabilidad en todas las laderas de la vertiente sur de este collado.

En unos casos, estos depósitos han sido retirados en un proceso probablemente secular al exterior de la plataforma aguas abajo, de forma que han formado un gran cordón lateral que ha acabado atrincherando el camino en largos tramos. En otros casos, el camino ha acabado estableciéndose sobre los propios depósitos e incluso ha buscado nuevos trazados próximos, normalmente ladera arriba.

 

Podemos decir entonces que el Camino Viejo de Segovia discurre aproximadamente por su trazado original pero con pequeñas variaciones en planta y alzado que enmascaran mucho el trazado y sobre todo la plataforma original.

Existen tramos de empedrado sobre estos depósitos que han de ser forzosamente más modernos que el camino original e incluso algunas de las trincheras hoy observables hacen dudar de su originalidad. Tal vez se deban a procesos de reestablecimiento del trazado interrumpido del camino.

En todo caso todos estos indicios constatan un uso continuado del camino durante siglos y un esfuerzo denodado de mantener abierta la ruta a pesar de las enormes dificultades erosivo-deposicionales que la morfología de las laderas de esta cordillera presenta.

Aún así, existen varios tramos donde se puede observar que, debido a las condiciones orográficas del entorno inmediato, el camino no ha sufrido enterramientos ni deposiciones de entidad y por lo tanto discurre por su plataforma original. Seguramente que si se sondearan estos puntos podrían arrojar resultados interesantes para determinar la composición original de la infraestructura.

En el tramo de coronación de puerto se observa claramente que la plataforma del Camino Viejo a Segovia acaba entrando unos dos metros por debajo de la plataforma de la Cañada de la Fuenfría, cosa que, desde luego, parece certificar su mayor antigüedad.

 

Más arriba sólo se conserva el trazado de la cañada, habiendo desaparecido completamente el del Camino Viejo de Segovia entre un caos de deslizamientos de roca en una zona terriblemente expuesta a estos fenómenos y deforestada probablemente desde siempre, pero suponemos que, tras dar un par de curvas, que conservarían la pendiente del camino en torno a los valores que estamos considerando, el camino coronaría el puerto, que en ese momento estaría unos metros más alto que en la actualidad.

Examinando el perfil longitudinal de ambos caminos podemos hacer las siguientes apreciaciones que nos hablan de la calidad técnica de sus trazados.

La cañada de la Fuenfría tiene un desarrollo, considerando desde el cruce de las Dehesas hasta el alto del puerto, de 4.770 m.

Presenta un desnivel medio del 13,3 % y desniveles máximos del 20 % [53] que se prolongan en el tramo más alto del camino durante unos 400 m.

Sus características de trazado, por tanto, son francamente malas y sus capacidades carreteras casi nulas. Es fácil suponer que la pavimentación con grandes losas viene obligada por la necesidad de consolidar el camino frente a la exposición a las escorrentías causadas por su enorme pendiente y por su diseño en líneas de gran inclinación que interceptan y canalizan las aguas de la ladera. De otra manera no hubiera pervivido.

El Camino Viejo de Segovia tiene un desarrollo, entre los mismos puntos considerados para la cañada, de 5.670 m. Esto le permite discurrir con una pendiente media del 9,3 % y con pendientes máximas prolongadas en torno al 10 %, aunque presenta varios repechos puntuales que se elevan hasta el 11,9 %.

Su trazado es por tanto relativamente bueno. Al contrario que la cañada, presenta un diseño de trazado inteligente, con una visión generosa de objetivos y aptitudes carreteras y su calidad de trazado es incomparablemente superior al de al cañada.

El tránsito de carros además de posible está constatado por la presencia de huellas de rodadas de carro en varios tramos del camino en ésta vertiente sur.

De existir un camino diseñado por los ingenieros romanos, de entre los caminos antiguos conocidos para el paso del puerto de la Fuenfría, ha de ser forzosamente éste.

Considerar el trazado de la Cañada de la Fuenfría como diseño de la ingeniería romana, o de técnico competente de cualquier época, no deja de ser un serio menosprecio de la inteligencia humana, de las técnicas de ingeniería propiamente dichas y aún más del dominio de la técnica constructiva y el ingenio de los ingenieros romanos. Sólo desde el desconocimiento de todos estos factores ha podido establecerse la romanidad de la Cañada del puerto de la Fuenfría.

En cuanto a la vertiente norte del puerto, ésta presenta un sólo camino antiguo anterior a la Carretera de la República [54]. Gracias a las mejores características orográficas de esta vertiente que han permitido unas inmejorables características de trazado al camino, en gran parte aprovechadas por la carretera de la República, y coincidentes en general con las del llamado Camino Viejo de Segovia en la vertiente sur, podemos afirmar que éste coincide con el trazado del viejo camino romano.

Al igual que ocurre en el Camino Viejo de Segovia en la vertiente sur, en esta vertiente norte presenta indicios de mantenimiento prolongado durante siglos, retirada de depósitos a los márgenes que han provocado atrincheramientos del camino, empedrados en la superficie hoy visible, que probablemente corresponden a consolidaciones en época moderna, etc.

En cualquier caso, la identificación del trazado completo de este camino en su vertiente norte tampoco parece haber estado clara hasta hoy, al habérsele confundido con el de la Cañada Real en los tramos en que no coincide con esta.

De nuevo se constata el hecho de que el Camino de la Casona, así llamado en la cartografía más antigua [55], presenta el mejor trazado en planta y alzado de entre los posibles para su llegada a la zona llana del sur de Segovia. Una vez en ella, discurre en cuerda alta y evita las escorrentías transversales hasta llegar a Segovia coincidiendo de nuevo con la Cañada Real.

6) Conclusiones

Todo lo que hasta aquí hemos presentado parece apuntar a que, en la parte Sur del Puerto, la llamada actualmente “calzada romana”, desde el Cruce de Las Dehesas hasta coronar, es la nuevamente construida en época de Felipe V, 1721-28, y profundamente restaurada en 1778. Esto es así en contra de lo que opinaba en su momento María Mariné, cuando afirmaba que “cuando se acometen obras viarias de envergadura en la sierra - Borbones- se centran en otros puertos” [56] Además la calzada actual no se apoya en este tramo sobre otra de época romana, como lo demuestra la publicación de los resultados de la excavación realizada en 1980-81, en la que no se documenta resto alguno de la infraestructura de otro camino debajo del empedrado actual [57]. Incluso la propia concepción de la calzada, que llega con una pendiente mínima, acompañando al Arroyo de la Venta, hasta el momento en que, al no haber más sitio, trepa de golpe con pendientes exageradas, no sigue la lógica de una construcción planeada por buenos ingenieros, que son los que suponemos que abrieron el camino del Puerto de la Fuenfría.

Creemos que, simplemente una observación atenta del trazado de los caminos del Puerto de la Fuenfría, tanto en su vertiente madrileña como en la segoviana, debería haber llevado a la duda sobre la romanidad del tramo entre el Cruce de las Dehesas y la coronación del puerto. Las diferencias en la tipología de la construcción y el trazado son tan claras como sospechosas. En la ladera Norte el aspecto del tramo entre la coronación del puerto y el cruce de los Aleonardos, en donde se desvía el camino a Segovia, a la izquierda, del de San Ildefonso, es el de la restauración de época borbónica, pero sigue el trazado romano. Sin embargo, desde el cruce de los Aleonardos al cruce con la Carrera Blanca o Camino Cabeza Gatos, en donde el trazado se pierde, el aspecto actual es el de la construcción romana, aunque enmascarada por procesos erosivo-sedimentarios de dos milenios y las numerosas reparaciones medievales y de los siglos XVI y XVII.

 

Por ello aquí el aspecto del camino es muy similar al del Camino Viejo a Segovia: trazado a media ladera, orientado al S, en trinchera, en parte por excavación, en parte por haberse ido sacando las piedras a un lado. Tras bajar por una llamativa trinchera, trazada con pendiente uniforme a lo largo de casi un km, como se puede observar en las fotografías tomadas desde Cabeza Gatos, el camino se pierde en una pradera con grandes depósitos de turba. El llamado Camino de La Casona, que pasa por esta casa y junto a los restos de lo que podría ser la Venta de Santillana, ubicada en el lado derecho del camino [58], como se puede apreciar en un mapa de 1625 del Archivo de Simancas [59]   debe continuar, más o menos el trazado de la calzada romana. Se conservan algunos restos de pavimento con zahorra de pequeño tamaño, y en la entrada del Rancho del Feo, junto al que pasa, está colocada una piedra legüera de las que se ponían en los caminos reales del XVI al XVIII.

Así que solamente el tramo entre el Cruce de las Dehesas y la coronación del Puerto, por haber sido totalmente retrazado en el siglo XVIII, tiene ese aspecto completamente distinto, de obra muy nueva, sobre todo después de la magnífica restauración a la que ha sido sometido recientemente por la Comunidad de Madrid.


 


[1] J. Rivas López, “El Camino Viejo a Segovia en el Valle de la Fuenfría”, El Miliario Extravagante, 74, Septiembre de 2000, p. 35

[2] I.G.N., M.T.N. 1:50.000, 508, Cercedilla, 1ª ed. 1923

[3] J. Rivas Rodríguez y J. Rodríguez Morales, “Una nueva calzada romana en el Valle de la Fuenfría”, El Miliario Extravagante, 75, Diciembre de 2000, pp. 24- 29.

[4] I. Moreno Gallo, Descripción de la Vía de Italia a Hispania en Burgos y Palencia (noviembre de 1998). Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura.

- 1ª edición de 1999, en formato interactivo en CD-ROM con la colaboración de la Junta de Castilla y León.

- 2ª edición Julio de 2001, libro editado por la Diputación Provincial de Burgos y la Diputación Provincial de Palencia.

I. Moreno Gallo, La Red Viaria Antigua en La Rioja (noviembre de 1999). Gobierno de La Rioja. Consejería de Cultura, Juventud y Deportes.

- Avance parcial de parte del contenido. Diciembre de 2001. La Red Viaria Antigua en La Rioja. I. La Vía Romana de Italia a Hispania, Anexos de El Miliario Extravagante.

I. Moreno Gallo, Características de la Infraestructura Viaria Romana. Revista O.P. Ingeniería y Territorio, 56, 2001, vol. 2, pp. 4-13. En este trabajo se establecen los criterios técnico-constructivos para una correcta identificación de las vías romanas.

[5] M.T.N. 1: 25.000, 508-I, Camorritos, 1999

[6] Desde que G. Menéndez Pidal, Los caminos en la Historia de España, Madrid, 1951, p. 25, incluyó en su libro un gráfico en el que comparaba el trazado de la calzada de la Fuenfría con el de el cercano Puerto de Navacerrada, construido en el s. XVIII, el mapa y la comparación han tenido un gran éxito y se incluyen en muchas otras publicaciones. Vid p. ej.: J.Mª Sanz García, “De como el hidrónimo Guadarrama se convirtió en orónimo de la Sierra de Madrid y otros topónimos serranos”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 1990, p. 178, il. 1: El pie de foto es el siguiente: “El distinto criterio con que remontan la Sierra de Guadarrama la carretera actual y la vieja calzada romana es un buen ejemplo para ilustrar las dos diversas concepciones camineras de la antigüedad y de la edad moderna. La calzada romana sube decididamente y con pendiente casi uniforme por la cuerda de las Camorcas, la carretera zigzaguea por el valle. Según Menéndez Pidal”.

[7] A. Blázquez y Delgado- Aguilera, “Vía romana del Puerto de la Fuenfría”, Boletín de la Real Academia de la Historia (B.R.A.H.), 58, 1911, pp. 143- 147.

[8] Del otro miliario, conservado también en el Museo Arqueológico Nacional, sólo se conservan tres letras, pero por ellas y su tipología se puede fechar a finales del s. III o s. IV.

[9] A Vespasiano, A. Blazquez y Delgado- Aguilera, “Vía romana de Segovia a Madrid”, B.R.A.H., 60, 1912, pp. 303- 305; a Trajano, F. Fita, “”El Miliario de Cercedilla”, B.R.A.H., 58, 1911. pp. 147- 148.

[10] J. Lostal Pros, Los Miliarios de la Provincia Tarraconense, nº 108, pp. 111- 112 y ahora María Ruiz Trapero, Inscripciones latinas de la Comunidad de Madrid (siglos I- VIIII), Madrid, Comunidad de Madrid, 2001, nº 125, pp. 221- 222 y nº126, p. 223

[11] Ibid.,  p. 112

[12] M.T.N. 1: 25.000, Camorritos, 1999, 4º 4’ 10” W; 40º, 45’, 30” N.

[13] M. Durán Fuentes, M.: La Vía Nova en la Serra de Xurés. La Rehabilitación de la Vía Nova entre Portela de Home y Baños de Riocaldo. Ourense, Xunta de Galicia, 1999.

[14] M.T.N. 1: 25.000, 508-I, Camorritos, 40º 46’ 50’’N, 4º 06’ W.

[15] L. Fernández Troyano, Los pasos históricos de la Sierra de Guadarrama, Madrid, Colegio de Ingenieros de Caminos, 1990, pp. 161- 162

[16] M. Mariné, “Excavación en la calzada romana del Puerto de la Fuenfría (Cercedilla. Madrid)”, Noticiario Arqueológico Hispánico, 30, 1988, pp. 229- 254

[17] G. Valk, Regna Hispaniarum atque Portugalliae ex recenti summa cura...Amstelodam.: ex officina G. Valk cun privilegio, 1704, grabado en color 104,5 x 123 cm. Hay una reproducción de la parte del mismo que nos interesa en J. Mª. Sanz García, art. cit. nota 3, p. 182

[18] T. López, Mapa de la Provincia de Guadalaxara, 1766

[19] T. López, Mapa de la Provincia de Segovia, Madrid, 1773 (4 hojas)

[20] F. Lorenzana, Plano geográfico y topográfico de los alrededores de Madrid., h. 1783

[21] DUQUE DE SAINT SIMON, (1858), Mémoires complets et authentiques du duc de Saint-Simon sur le siècle de Louis XIV et la Régence, Paris, Hachette, 1858, tomo XIX, 11, p. 268.

[22] Archivo General de Palacio (A.G.P.), Fondo San Ildefonso (S.I.)

[23] A.G.P., S.I., legajo 3, caja 13545, doc. posterior a 9 de Abril de 1721.

[24] A.G.P., S.I., legajo, caja 13598, documento 19 de Octubre de 1758.

[25] No conocemos la evolución de los salarios, pero tomando como referente la media de la evolución del precio de los productos agrícolas e industriales la inflación entre 1720 y 1760 está en torno a un 23 %. E. Martínez Ruiz, C. Maqueda y E. De Diego, Atlas Histórico de España, Madrid, Ed. Itsmo, 1999, tomo 2, p. 46

[26] A.G.P., S.I., legajo 2, caja 13545, documento de 28 de Septiembre de 1723.

[27] A.G.P., S.I., legajo 2, caja 13547, documento de 23 de Septiembre de 1725.

[28] F. de Quevedo, La vida del Buscón, Barcelona, Ed. Crítica, 1993, Libro 2, cap. 3, p. 127.

[29] Viajeros extranjeros por España y Portugal, recopilación de J. García Mercadal, Madrid, Aguilar, 1967, tomo 3, p. 257.

[30] La diferencia tipográfica es mía.

[31] A.G.P., S.I., legajo 25, caja 13598, documento 19 de Octubre de 1758.

[32] A.G.P., S.I., legajo 25, caja 13598, documento sin fecha escrito por Raphael Daza.

[33] A.G.P., S.I., legajo 25, caja 13598, documento de 15 de Noviembre de 1758.

[34] A.G.P., S.I., legajo 25, caja 13598, documento de 5 de Junio de 1758.

[35] A.G.P., S.I., legajo 25, caja 13599, documento de 25 de Abril de 1759.

[36] S. Madrazo, El sistema de comunicaciones en España, 1750- 1850, Madrid, Ed. Turner y Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1985, tomo 1, p. 215.

[37] A.G.P., S.I., legajo 36, caja 13628, documento de 25 de Octubre de 1775

[38] A.G.P., S.I., legajo 36, caja 13628, documento de 25 de Diciembre de 1777

[39] A.G.P., S.I., legajo 36, caja 13628, documento de 29 de Junio de 1777

[40] A.G.P., S.I., legajo 37, caja 13632, documento de 18 de Junio de 1778

[41] A.G.P., S.I., legajo 36, caja 13628, documento de 29 de Diciembre de 1777

[42] A.G.P., S.I., legajo 37. Caja 13632, documento de 21 de Junio de 1778.

[43] A.G.P., S.I., legajo 36, caja 13628, documento de 29 de Junio de 1777

[44] A.G.P., S.I., legajo 36, caja 13628, documento de 12 de Julio de 1777

[45] A.G.P., S.I., Legajo 37. Caja 13632, documento de 1 de Julio de 1778.

[46] A.G.P., S.I., legajo 37, caja 13632, documento de 1 de Julio de 1778.

[47] A.G.P., S.I., legajo 37, caja 13635, documento de 1 de Junio de 1780.

[48] L. Fernández Troyano, Los pasos históricos de la Sierra de Madrid, Madrid, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1990, pp. 155- 168.

[49] S. Fernández, A. Martín y C. Caballero, “Vías de comunicación romanas en Segovia: la vía XXIV del Itinerario de Antonino”, Exposición Segovia Romana, Octubre de 2000, pp. 165-188.

[50] A.G.P., S.I., legajo 27, caja 13603, documentos de 1 de Abril, 22 de Abril y 22 de Mayo de 1762.

[51] T. López, Mapa de la provincia de Toledo, 1768.

[52] En concreto por la Empresa Puricelli Española, de ahí su nombre popular de Camino Puricelli.

[53] Con tramos puntuales de hasta el 25 %.

[54] Salvo la pista forestal de Fuente la Reina que, a partir del cruce de los Aleonardos, toma la dirección de Valsaín y La Granja.

[55] M.T.N. 1: 50000 Segovia, 1ª edición, 1927

[56] M. Mariné, “Excavación en la calzada romana del puerto de la Fuenfría (Cercedilla. Madrid)”, Noticiario Arqueológico Hispánico, Madrid, 1988, p. 254

[57] Ibid, pp. 229- 254

[58] El Cordel de Santillana o de Nava el Rincón, al que se toma por heredero de la calzada romana, deja el esquileo de Santillana a su izquierda. Además no conserva ningún resto visible de infraestructura.

[59] Archivo General de Simancas, M. P. y S., VI- 58.